OPINION PUBLICALa opinión pública en Habermas



 

 

Por Margarita Boladeras Cucurella.

Profesora de la Universidad de Barcelona. Facultad de Filosofia.

 

Resumen

La investigación sobre el sentido y la historia del "espacio público" y la "opinión pública" ha sido una parte muy importante de la obra de Habermas.Desde sus primeros trabajos hasta Facticidad y validez, vincula la dinámica del mundo simbólico a la interacción comunicativa, generadora de opinión, consenso, voluntad común y acciones cooperativas frente a los conflictos sociales.

 

El conocimiento y la crítica de la concepción de Hannah Arendt ha modelado en gran medida su propia posición, y por ello se tiene en cuenta en este texto.

 

Finalmente, se muestra el carácter fundamental del espacio de la opinión pública en el modelo de Estado de derecho y de política deliberativa propuesto por este autor.

 

1.¿Qué significa "opinión pública"?

El término "opinión pública" tiene sentidos e implicaciones que suelen escapar a las consideraciones poco reflexivas; los análisis llevados a cabo por autores como Habermas muestran la diversidad de fenómenos aludidos por dicha expresión, así como su estrecha relación con la dinámica del poder y de los cesos políticos, de una manera mucho menos obvia y más compleja de lo que suele pensarse.

 

La sociología empírica que se ocupa de estos temas emplea métodos cuantitativos con los que se delimita la realidad en función de los parámetros de medida accesibles desde este tipo de metodología. Sin embargo, es obvio que no se pueden confundir estos límites con la amplia y densa trama del espacio público y de la multiplicidad de intercambios que se producen en él. La vida humana siempre ha dependido en gran medida de las características de este ámbito, y en la actualidad su papel dominante se ha incrementado hasta límites insospechados; es un grave error conformarse con una interpretación reduccionista de los elementos que lo componen y de su proyección de futuro. Desde los inicios de su obra Habermas se interesó por la investigación sobre el espacio público (Öffentlichkeit) y la opinión pública (öffentliche Meinung). Su obra Historia y crítica de la opinión pública apareció en 1962 y en ella resuenan las voces de otros autores que pocos años antes hicieron aportaciones relevantes:

  • H. ARENDT, The Human Condition. Chicago: The University of Chicago Press, 1958; versión castellana: La condición humana. Barcelona: Paidós, 1993.
  • LAZARSFELD; KATZ, Personal Influence. Glencoe, 1955. Versión castellana: La influencia personal. Barcelona: Ed. Hispano Europea, 1979
  • BERELSON; JANOWITZ, Public Opinion and Communication. Glencoe, Ill., 1950; 2ª ed., Nueva York: The Free Press, 1966. 5. Ch. S.
  • STEINBERG, The Mass Communicators. Nueva York, 1958. Versión castellana: Los medios de comunicación social. México: Ed. Roble, 1969.
  • KIRSCHNER, Beiträge zur Geschichte des Begriffs "öffentlich" und "öffentliches Recht". Gotinga, 1949.
  • H. PLESSNER, Das Problem der Öffentlichkeit un die Idee der Entfremdung. Gotinga: Vandenhoeck und Ruprecht, 1960. 8. P. R.
  • HOFSTÄTTER, Psychologie der öffentlichen Meinung. Viena, 1949. Versión castellana: Psicología social. México: UTEHA, 1953. 9. C. W.
  • MILLS, Power Elite. Nueva York: Oxford Un. Press, 1956. Versión castellana: La élite del poder. México: Fondo de Cultura Económica, 1975.
  • F. TÖNNIES, Kritik der öffentlichen Meinung. Berlín: J. Springer, 1922.
  • E. MANHEIM, Die Träger der öffentlichen Meinung. Munich, 1923; Brunn: Rohrer, 1933. Versión castellana: La opinión pública. Madrid: Ed. Rev. Derecho Privado, 1936.
  • El autor más famoso, K. MANNHEIM, publicó en 1950 Freedom, Power and Democratic Planning. Nueva York. Versión castellana: Libertad, poder y planificación democrática. México:FCE, 1953.

En los años setenta y ochenta articuló su teoría de la acción comunicativa, en la que presenta la discusión pública como la única posibilidad de superar los conflictos sociales, gracias a la búsqueda de consensos que permitan el acuerdo y la cooperación a pesar de los disensos. Luego, ha vuelto a tratar ampliamente la cuestión de la opinión pública, porque la considera una pieza clave de su propuesta de política deliberativa, una alternativa para superar los déficits democráticos de las políticas contemporáneas. En Facticidad y validez (publicada en alemán en 1992) lleva a cabo una investigación sobre la relación entre hechos sociales, normatividad y política democrática; el espacio público se presenta como el lugar de surgimiento de la opinión pública, que puede ser manipulada y deformada, pero que constituye el eje de la cohesión social, de la construcción y legitimación (o deslegitimación) política. Las libertades individuales y políticas dependen de la dinámica que se suscite en dicho espacio público.

 

En uno de sus primeros escritos, Habermas delimita el concepto de "opinión pública" con relación al "espacio público": Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada está fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que losindividuos privados se reúnen como público se constituye una porción de espacio público. [...] Los ciudadanos se comportan como público, cuando se reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales.

 

En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del espacio público.Aquí se hace hincapié en el carácter constitutivo de cualquier grupo de diálogo y de todo tipo de público en la formación de la trama de "lo público" y en la generación de opinión en torno a cuestiones muy diversas en las que distintas personas pueden tener intereses comunes. En este sentido, no es un espacio político sino ciudadano, civil, del "mundo de la vida" y no de un determinado sistema o estructura social.Sin embargo, es evidente la importancia política de este campo de juego social. El texto mencionado continúa:Hablamos de espacio público político, distinguiéndolo del literario, cuandolas discusiones públicas tienen que ver con objetos que dependen de la praxis del estado. El poder del estado es también el contratante del espacio público político,pero no su parte. Ciertamente, rige como poder "público", pero ante todo necesita el atributo de la publicidad para su tarea, lo público, es decir, cuidar del bien general de todos los sujetos de derecho.Precisamente, cuando el ejercicio del dominio político se subordina efectivamente a la demanda pública democrática, logra el espacio público político una influencia institucional en el gobierno por la vía del cuerpo legislativo.- La opinión pública en Habermas- .Anàlisis 26, 2001 5312. J. HABERMAS, "Öffentlichkeit (ein Lexikonartikel) 1964", reed. en Kultur und Kritik. Francfort a.M.: Suhrkamp, 1973, p. 61.

 

El título "opinión pública" tiene que ver con tareas de crítica y de control, que el público de los ciudadanos de un estado ejercen de manera informal (y también de manera formal en las elecciones periódicas) frente al dominio estatalmente organizado.

 

2. La posición de Hannah Arendt.

Los acuerdos y las discrepancias de Habermas y Arendt nos ayudan a profundizar en él y a comprender la íntima relación que existe entre la concepción de lo que es la opinión pública y la dinámica política. En Historia y crítica de la opinión pública, Habermas retiene ideas que Hannah Arendt había expuesto de manera vigorosa en el capítulo II de La condición humana, dedicado a "La esfera pública y la privada".Hannah Arendt hace especial énfasis en el cambio radical que supone la modernidad respecto de épocas anteriores, por la manera de concebir lo privado, lo público, lo político y lo social.

 

En la Grecia clásica lo público es lo político, el espacio común de actividades humanas de trascendencia histórica, compartidas por los hombres libres (liberados de las necesidades y contingencias del quehacer diario y de la esclavitud del trabajo vinculado a dichas necesidades); lo privado se concibe referido a un dueño y señor, que tiene su espacio vital particular, habitado por seres (cosas, animales y personas) que dependen de él y que están "privados" tanto de derechos políticos como de proyección social.

 

En la época moderna, los derechos políticos se universalizan y la perspectiva social penetra en todos los ámbitos de la vida; surge asimismo un nuevo concepto de privacidad, restringido a la intimidad, que se contrapone no sólo a la esfera de la publicidad, sino también a la esfera social (a pesar de su dependencia de ella). Las tesis arendtianas son:

  • 1) La época moderna lleva a cabo la extinción de las esferas pública y privada, en sus delimitaciones tradicionales, y las subsume en la esfera de lo social.
  • 2) Esta esfera social surge de un doble movimiento: "la transformación del interés privado por la propiedad privada en un interés público" y la conversión de lo público en una función de los procesos de creación de riqueza, siendo ésta "el único interés común que queda".
  • 3) Sin embargo, este interés común no crea espacios de significación vital compartida, sino que sirve al mero incremento de la acumulación de capitales. "Lo que hace tan difícil de soportar a la sociedad de masas no es el número de personas, o al menos no de manera fundamental, sino el hecho de que entre ellas el mundo ha perdido su poder para agruparlas, relacionarlas y separarlas."

(Análisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella 13. Íbid., p. 61-62. 14. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 62).

 

"El descubrimiento moderno de la intimidad parece un vuelo desde el mundo exterior a la interna subjetividad del individuo, que anteriormente estaba protegida por la esfera privada." La disolución de lo privado en lo social: [...] puede observarse perfectamente en la progresiva transformación de la propiedad inmóvil hasta que finalmente la distinción entre propiedad y riqueza, entre los fungibles y los consumptibiles de la ley romana, pierde todo significado, ya que la cosa tangible, "fungible", se ha convertido en un objeto de "consumo"; perdió su privado valor, de uso, que estaba determinado por su posición, y adquirió un valor exclusivamente social, determinado mediante su siempre cambiante intercambiabilidad, cuya fluctuación sólo podía fijarse temporalmente relacionándola con el común denominador del dinero.

 

Resulta instructivo retener las precisiones conceptuales que aporta esta autora para explicar su posición: "Público" ha significado Publicidad Todo lo que aparece en público, puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la más amplia publicidad posible. Para nosotros, la apariencia -algo que ven y oyen otros al igual que nosotros- constituye la realidad.Identidad en la diversidad .Ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven yoyen desde una posición diferente. Sólo donde las cosas pueden verse por muchos en una variedad de aspectos y sin cambiar su identidad, de manera que quienes se agrupan a su alrededor sepan que ven lo mismo en total diversidad,sólo allí aparece auténtica y verdaderamente la realidad mundana.

 

Ámbito de actividad compartido.

El propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él. Este mundo, sin embargo, no es idéntico a la Tierra o a la naturaleza, como el limitado espacio para el movimientode los hombres y la condición general de la vida orgánica. Más bien está relacionado con los objetos fabricados por las manos del hombre, así como con los asuntos de quienes habitan juntos en el mundo hecho por el hombre.

 

Permanencia.

Si el mundo ha de incluir un espacio público, no se puede establecer para una generación y planearlo sólo para los vivos, sino que debe superar el tiempo vital de los hombres mortales. La publicidad es lo que puede absorber y hacerbrillar a través de los siglos cualquier cosa que los hombres quieran salvar de la natural ruina del tiempo.

 

La opinión pública en Habermas Anàlisis 26, 2001 5515. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 75.16. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 75.17. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 59 y s.

 

"Privado" ha significado Sentido privativo .Estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás,estar privado de una "objetiva" relación con los otros que proviene de hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo común de cosas, estar privado de realizar algo más permanente que la propia vida. El hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no existiera.

 

Sacralidad de lo privado.

Lo sagrado de lo privado era como lo sagrado de lo oculto, es decir, del nacimiento y de la muerte, comienzo y fin de los mortales que, al igual que todaslas criaturas vivas, surgían y retornaban a la oscuridad de un submundo. Elrasgo no privativo de la esfera familiar se basaba originalmente en ser la esfera del nacimiento y de la muerte, que debe ocultarse de la esfera pública porque acoge las cosas ocultas a los ojos humanos e impenetrables al conocimiento humano.

 

Propiedad privada.

Antes de la edad moderna, la propiedad significaba el tener un sitio de uno en alguna parte concreta del mundo y pertenecer al cuerpo político, es decir, ser el cabeza de una de las familias que juntas formaban la esfera pública. Pero no era tan sólo la condición para entrar en la esfera pública; lo privado era semejante al aspecto oscuro y oculto de la esfera pública, y si ser político significaba alcanzar la más elevada posibilidad de la existencia humana, carecer de unlugar privado propio (como era el caso del esclavo) significaba dejar de ser humano. Ser propietarios significaba tener cubiertas las necesidades de la vida y, por lo tanto, ser potencialmente una persona libre para trascender la propia vida y entrar en el mundo que todos tenemos en común.Como se ve, la propiedad era privada, pero también era la puerta de acceso a la esfera pública. El señor de la casa era ciudadano de la polis, miembro con plenos derechos de la comunidad política. Pero el bien común y la tarea de gobierno no se identificaban con las ganancias privadas.Los romanos fueron maestros en el arte de armonizar los intereses privados con la participación en la vida pública y "nunca sacrificaron lo privado a lo público, sino que por el contrario comprendieron que estas dos esferas sólo podían existir mediante la coexistencia".

 

La multiplicación de los negocios societarios y las nuevas dinámicas monetarias surgidas en la época moderna, diluyen la distinción entre propiedad y riqueza. La propiedad privada ("sagrada" y definitoria de la pertenencia a un país)se equipara a la riqueza (que puede ser pública o privada, de extranjeros...).La política se concentra cada vez más en la economía y la administración (desarrollo de la economía política o "economía nacional") y se consideran desde Anàlisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 68.la perspectiva social aspectos antes marginados al ámbito privado. "Social" es el género humano en cuanto conjunto de individuos y lo es la res publica por su objetivo de velar por el interés común: La sociedad es la forma en que la mutua dependencia en beneficio de la viday nada más adquiere público significado, donde las actividades relacionadascon la pura supervivencia se permiten aparecer en público.

 

3. La concepción de Habermas.

Habermas adopta las tesis centrales de H. Arendt y ofrece nuevos materiales que las apoyan y amplían en su libro Historia y crítica de la opinión pública.En trabajos posteriores llevó a cabo una crítica a la concepción arendtiana delpoder y de la política, como se verá más adelante. También Habermas hace un recorrido por la historia de las realidades vinculadas al concepto de espacio público. En la Grecia clásica la organización dela sociedad estado griega comporta dos ámbitos separados de actividades humanas:por un lado el ámbito de la polis, de la actividad política, común a todo ciudadano libre (koyné) y el ámbito del oikos, "en la que cada uno ha de apropiarse aisladamente de lo suyo":El orden político descansa, como es sabido, en una economía esclavista de forma patrimonial. Los ciudadanos están descargados del trabajo productivo,pero la participación en la vida pública depende de su autonomía privada como señores de su casa. [...] La posición en la polis se basa, pues, en la posición del oikodéspota. Bajo la cobertura de su dominio se realiza la reproducción de la vida, el trabajo de los esclavos, el servicio de las mujeres, acontece la vida y la muerte; el reino de la necesidad y de la transitoriedad permanece ancladoen las sombras de la esfera privada. Frente a ella se alza la publicidad, según la autocomprensión de los griegos, como un reino de la libertad y de la continuidad.

 

La "igualdad" griega se refiere a aquella situación de igual a igual que rige entre los ciudadanos, en el ámbito de lo público, gracias a su posición socialde oikodéspotas. Y el elemento característico del ejercicio de la libertad y de laigualdad consiste en el ejercicio de la discusión, en la "publicidad" que tienelugar en el ágora y que se prolonga en la conversación entre ciudadanos, enlas deliberaciones de los distintos tribunales, en la dirección de las empresas comunes, etcétera.

 

El ciudadano, definido a partir del lugar de nacimiento y del patrimonio,tiene derechos en el ámbito público que son vedados a las personas que dependend e él como su patrimonio privado. La distinción entre lo público y lo privado constituye, por lo tanto, la piedra angular fundamental de la sociedad griega. (La opinión pública en Habermas Anàlisi 26, 2001 5719. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 57.20. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 43.)

 

En la época medieval, la contraposición entre publicus y privatus provienede una distinción del derecho romano, desdibujada con el tiempo. También en la vieja tradición jurídica germánica se cuenta con la diferenciación gemeinlichy sunderlich ('común' y 'particular'), que adquiere relevancia en el mundo feudal.A mediados del siglo XVI se encuentra el término privat del alemán, derivado del latín privatus, con un sentido similar al que se atribuye a private en ingléso privé en francés: sin oficio público, sin ocupar cargo público o posición oficial,sin empleo relacionado con los asuntos públicos, en otras palabras, exclusiónde la esfera del aparato estatal.

 

Lo privado se contrapone a lo común y a lo estatal; la oposición entre interés común e interés privado o particular confiereautoridad al Estado absoluto como garante de aquel interés omún. La publicidad y "el público" se circunscriben al ámbito del poder político y de las"personas públicas", es decir, aquéllas que ejercen cargos o empleos públicos;es una "publicidad representativa".Nuevos factores sociales introducen grietas importantes en esta concepción autoritaria y absolutista: la Reforma protestante, el progresivo aumentodel intercambio de información como mercadería y la creación del Publikum(the public, le public) como expresión de la opinión de personas privadas; todosellos implican elementos de carácter económico-político, y, en su conjunto,aportan transformaciones sustantivas.

 

En primer lugar, la crisis reformista del cristianismo supone una ruptura importantísima con la concepción público-autoritaria de la Iglesia, en la que se identificaba el interés de la Iglesia con el interés público y el interés privado. "La posición de la Iglesia se transforma con la Reforma; el vínculo con la autoridad divina que ella representaba, la religión, se convierte en un asunto privado. La llamada "libertad religiosa" caracteriza históricamente la primera esfera de autonomía privada; la Iglesia misma prolonga su existencia como una corporación de Derecho público".En segundo lugar, la vida de las ciudades, la intensificación del intercambio de mercaderías, la creación de bancos y negocios monetarios requieren cada vez más el manejo de informaciones fidedignas de lo que acontece en los distintos lugares. Hay un "tráfico epistolar" que se desarrolla a partir del siglo XIV como sistema profesional de correspondencia. Surgen los "correosordinarios" como agencias de noticias, que actúan con discreción y privacidad.Hay que esperar a finales del siglo XVII para que aparezca la actividad periodística regular que informa al público en general. Un siglo más tarde, la información pública romperá sus ataduras con la voluntad soberana del Estado absoluto.Finalmente, estos y otros factores llevan a un nuevo concepto de la publicidad.

 

Frente a la publicidad representativa empieza a tomar fuerza la opinión pública, expresión pública de las ideas de los súbditos que se consolidan como personas privadas; poder público que puede alzarse contra el poder soberano,el poder del Estado. "El público raciocinante comienza a prevalecer frente a la publicidad autoritariamente reglamentada". La historia de este proceso es larga.(Anàlisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella ).

 

Habermas recuerda la lucha de los monarcas contra la expresión pública de opiniones "privadas", como cuando Federico II de Prusia escribe en 1784:"una persona privada no está autorizada a emitir juicios públicos, especialmentejuicios reprobatorios [...]". También rememora las vicisitudes relacionadas con la tradición literaria: mundo lector, público de un espectáculo oconferencia y público que juzga.Hay, pues, una "publicidad" gubernamental, vinculada a la estructura de lo público, y la publicidad elacionada con la opinión de un público constituido como conjunto de personas privadas, ciudadanos burgueses, que, paulatinamente,proyectan su racionalidad en diversos aspectos sociales y se afirman como jueces de las decisiones políticas: La "publicidad" propiamente dicha hay que cargarla en el haber del ámbito privado, puesto que se trata de una publicidad de personas privadas. En el seno del ámbito reservado a las personas privadas distinguimos, por consiguiente,entre esfera privada y publicidad. La esfera privada comprende a la sociedad burguesa en sentido estricto, esto es, al ámbito del tráfico mercantil y del trabajo social; la familia, con su esfera íntima, discurre también por sus cauces.

 

La publicidad política resulta de la publicidad literaria; media, a través de la opinión pública, entre el Estado y las necesidades de la sociedad.El antagonismo entre sociedad civil y estructura estatal impulsa una dialéctica en la que la prensa y los medios de comunicación social tienen un papelprotagonista, al mismo tiempo que convierten los mensajes en mercancía y lafunción social de la comunicación, en instrumento de creación de riqueza y de influencia política.En el siglo XVIII se lleva a la práctica política y ciudadana la idea de que la racionalidad no deriva de principios abstractos absolutos, sino que se desarrolla a partir de la contrastación de opiniones sobre la verdad y la justicia, demanera que es inseparable de la discusión pública. Locke, Kant, los enciclopedistas y otros autores de la ilustración explicitan en sus obras los fundamentosde dicha concepción, y la revolución burguesa plasma sus principiosen la "Declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789", que inspira la Constitución francesa de 1791. La libertad de pensamiento, expresiónde opiniones y difusión de ideas, junto con la no discriminación (tolerancia),igualdad ante la ley (aparejada a la presunción de inocencia) y libertades de asociación y movimiento, abren nuevos caminos para la vida ciudadana y recomponen la estructura de lo público/privado/íntimo y lo publicitado"/interés social/negocio privado.

 

Frente a la publicidad reglamentada por los poderes públicos, surge la publicidad crítica, que proclama la necesidad del enjuiciamiento público de los intereses generales y las actuaciones gubernamentales:(La opinión pública en Habermas Anàlisi 26, 2001 5921. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 68.).

 

El pouvoir como tal es puesto a debate por una publicidad políticamente activa.Ese debate está encargado de reconducir la voluntas a ratio, ratio que se elaboraen la concurrencia pública de argumentos privados en calidad de consenso acerca de lo prácticamente necesario en el interés universal.La razón no es ni más ni menos que la capacidad discursiva que surge de lasrazones de las personas privadas que piensan y expresan sus ideas, es decir, de los sujetos ilustrados, informados, con criterio.Por ello, la publicidad políticano es algo aislado, sino que constituye una parte del proceso de ilustración general posible por el intercambio comunicativo. La publicidad literaria, artística, científica, etc. son igualmente relevantes. La forma peculiar de subjetividad burguesa nace en este contexto. El desarrollo de la literatura de intercambios epistolares, diarios íntimos y forma autobiográfica lleva a la fórmula de la novela de descripción psicológica.

 

"Cuando Rousseau con la Nouvelle Héloïse y luego Goethe con las Werther Leiden se sirve de la forma de la novela epistolar, es ya imposible hacer marcha atrás. Las postrimerías del siglo se mueven gozosamente y con soltura en el terreno de la subjetividad, apenas explorado en sus comienzos." Este interés por penetrar en los secretos de la naturaleza humana y en las peculiaridades de la subjetividad está asociado a la idea de "humanidad" ilustrada, en la que se vinculan razón humana y naturaleza humana, buena voluntad particular y voluntad general.Las leyes y las decisiones políticas requieren una justificación que sólo pueden encontrar en la fuerza de la razón, una razón que se hace manifiesta en el debate de la opinión pública. El uso público de la razón tiene el poder de la fuerza coactiva de la no coacción. En este sentido, Kant afirma que "únicamente la razón tiene poder", porque fuera de ella no hay legitimación ni justificación posible. La concepción ilustrada kantiana se encuentra en las antípodas del principio hobbesiano (auctoritas non veritas facit legem) y en ella el principio de racionalidad vincula necesariamente moral y política:La verdadera política no puede dar ni un paso sin rendir antes tributo a la moral, y aun cuando la política es por sí misma un arte difícil, de ningún modo es su asociación con la moral arte alguno; porque ésta atajaría gordianamente el nudo que aquélla fuera incapaz de desatar tan pronto como ambas comenzaran a disputar.

 

Se observará que Kant habla de la "verdadera política" y de una asociacióncon la moral que no depende de la voluntad de los políticos; se trata de una vinculación interna que puede ser obviada en la práctica, pero no sin consecuencias.( Anàlisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 118.23. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 86-87.24. KANT, Werke, vol. VI, E. CASSIRER (ed.), Berlín: Cassirer, p. 467, citado por J. HABERMAS,Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 136.)Con todo, la sospecha de que la opinión pública no representa una "voluntad general" y que la "publicidad" tal como se da históricamente tiene defectos muy considerables, es uno de los hilos argumentales de los pensadores críticosd del siglo XIX, desde Marx hasta Nietzsche. "Marx denuncia a la opinión públicacomo falsa consciencia: ella se oculta a sí misma su carácter de máscara del interés de clase burgués." Esta crítica abarca tanto el concepto de opinión pública general como su expresión en el ámbito parlamentario.

 

La discusión parlamentaria no manifiesta la razón de todos los afectados por la legislación, de todos los ciudadanos teóricamente representados, sino la voluntad del grupo de los grupos socialmente dominantes. Hay una pérdida de poder político en favor del poder social de ciertas fuerzas fácticas, un dominio de determinados sectores sociales en la vida parlamentaria y en las decisiones del ejecutivo, con lo cual se pone en cuestión la legitimación política del orden burgués.Los ilustrados se enfrentan al poder absoluto y plantean conceptos programáticos para la estructuración de otro orden social. La crítica del siglo XIX constata que las reestructuraciones políticas históricas han llevado a cabo la usurpación de la razón universal por parte de una clase. En la segunda mitad de ese siglo y en el XX se producen los grandes y radicales enfrentamientos de clase, se pasaa la sociedad de masas y a la cultura tecnológica; se generan nuevas formas de creación y acceso a la riqueza, produciendo por tanto cambios sociales significativos.

 

La publicidad, el ámbito de lo público y el ámbito de lo privado se encuentran en la encrucijada de la multiplicación de los medios, la privatización de los mismos, las manipulaciones de distinto signo, etc. El problema de la igualdad real, la igualdad de oportunidades en un sentido empírico e histórico sigue en pie, incluso para algo tan fundamental como la libertad de expresión y la formación de una opinión pública verdaderamente significativa.La estatalización de lo público y su amenazante intromisión en todos los ámbitos de la vida del ciudadano se ha apoyado en la transformación paulatina de los medios de comunicación en instrumentos de entretenimiento y dominaciónde las masas. De la publicidad como información y manifestación deo pinión ante un público lector que discute, se ha pasado a una situación en la que el público "se ha escindido en minorías de especialistas no públicamente raciocinantes, por un lado, y en la gran masa de consumidores receptivos, por el otro. Con ello se ha minado definitivamente la forma de comunicación específica del público". ¿Medios de comunicación o medios de propaganda? "La publicidad crítica es desplazada por la publicidad manipuladora":Como es natural, el consensus fabricado tiene poco en común con la opinión pública, con la unanimidad final resultante de un largo proceso de recíproca ilustración; porque el "interés general", sobre cuya base [...] podía llegar a producirse libremente una coincidencia racional entre las opiniones públicamente concurrentes, ha ido desapareciendo exactamente en la medida en que la autopresentación publicística de intereses privados privilegiados se lo iba apropiando.(La opinión pública en Habermas AnàlisiS 26, 2001 6125. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 222.)Incluso la "publicidad" parlamentaria se ha visto afectada, ya que el engranaje entre el debate parlamentario y los partidos políticos ha derivado generalmente hacia planteamientos de carácter "plebiscitario".

 

La apelación a un individuo autónomo capaz de dotarse de leyes universales,como quiere Kant, en aquel sentido en que se conecta ley moral y ley política mediante un proceso de formación de opinión y de voluntad general,se enfrenta a una situación histórico-empírica en la que incluso la formación de un individuo autónomo y su voluntad personal, no parecen estar garantizados,y mucho menos, por supuesto, la formación de una voluntad general democráticamente instituida. Habermas constata que la dinámica social que vivimos presenta rasgos deuna "refeudalización" de la sociedad. El sujeto político de nuestra sociedad de masas no es el individuo del liberalismo, sino los grupos sociales y las asociaciones que desde los intereses de determinados sectores privados influyenen funciones y decisiones políticas, o, también viceversa, desde las instancias políticas intervienen en el tráfico mercantil y en la dinámica del mundo de la vida,de especial incidencia en el ámbito de la privacidad.

 

Privatización de lo público,politización de lo privado: transgresión múltiple de una delimitación legal y éticamente tipificada.

A pesar de los aspectos negativos y de las dificultades que presenta la pervivencia y el desarrollo de una publicidad crítica en la sociedad de masas,Habermas insta al desarrollo de las posibilidades existentes, dada su importancia fundamental para la realización de la democracia: El cambio de función que en el Estado social experimentan los derechos fundamentales,la transformación del Estado liberal de derecho en Estado social,en general, contrarresta esta tendencia efectiva al debilitamiento de la publicidad como principio: el mandato de la publicidad es ahora extendido, más allá de los órganos estatales, a todas las organizaciones que actúan en relación con el Estado. De seguir realizándose esa transformación, reemplazando a unpúblico -ya no intacto- de personas privadas individualmente insertas en el tráfico social, surgiría un público de personas privadas organizadas.

 

En las actuales circunstancias, sólo ellas podrían participar efectivamente en un proceso de comunicación pública, valiéndose de los canales de la publicidad interna a los partidos y asociaciones, y sobre la base de la notoriedad pública que se impondría a la relación de las organizaciones con el Estado y entre ellas mismas. El establecimiento de compromisos políticos tendría que legitimarse ante ese proceso de comunicación pública.Sólo una publicidad crítica permitirá la expresión de los conflictos realesy la superación de los mismos por la generación de consensos, de voluntad común.Ha de ser el contrapeso necesario a las formas de presión y coacción del poder, que tiende siempre a superponerse opresivamente sobre la realidad social: (Anàlisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 257.[...]) un método de controversia pública llevado del modo descrito podría relajar las formas coercitivas de un consenso obtenido bajo presión, e igualmente podría suavizar las formas coercitivas del conflicto, ustraído, hasta el presente, a la publicidad.

 

La publicidad crítica ejercida por la sociedad civil respecto de los aparatos del Estado, sus formas de organización y ejecución, constituyen elementos fundamentales de la vida política democrática. En el nuevo prólogo de 1990 para la reedición de la obra que nos ocupa, Habermas reformula alguna de sus ideas,insistiendo en las líneas básicas que acabo de esbozar.Contra ciertas teorías del discurso posmodernas, Habermas insiste en su posición:los discursos no dominan por sí mismos, sino que es su fuerza comunicativala que influye y permite determinados tipos de legitimación; este poder de lacomunicación no puede ser suplantado por acciones instrumentales. En Facticidad y validez extraerá las últimas consecuencias de este planteamiento, ahondando en la dimensión normativa de su forma de entender el espacio público.

 

4. La crítica de Habermas a Arendt

En los análisis históricos aludidos, Habermas y Arendt coinciden en muchos aspectos, así como en las principales hipótesis interpretativas. Pero en 1966 Habermas publicó un artículo comentando el libro de Hannah Sobre la Revolución (editado en alemán el año anterior), en el que critica la concepciónpolítica de la autora, su interpretación de las revoluciones, la superior valoración de la revolución americana frente a la francesa. Diez años más tarde (1976)amplió su argumentación crítica en el trabajo. "El concepto de poder de Hannah Arendt".Esta discusión sobre el poder es relevante en este contexto, porque la autora lo concibe vinculado a la esfera pública, al ámbito de la interacción comunicativade los ciudadanos, al "espacio de la aparición" de los seres humanos como personas que actúan y hablan (condición bien diferente de ser cosa, oproducto, o una pieza más del engranaje sistémico) y del potencial de acción que implica su concertación:El espacio de la aparición cobra existencia siempre que los hombres se agrupan por el discurso y la acción, y por lo tanto precede a toda formal constitución de la esfera pública y de las varias formas de gobierno, o sea las varias maneras en las que puede organizarse la esfera pública.La opinión pública en Habermas Anàlisis 26, 2001 6327. J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública, op. cit., p. 274.28. "Die Geschichte von den zwei Revolutionen (H. Arendt)", reeditado en J. HABERMAS,Kultur und Kritik, op. cit., p. 371-377. Algunos años antes Hannah Arendt había publicadoThe Origins of Totalitarism. Nueva York: Hartcourt, 1951, 2ª ed. aumentada, 1958.Versión castellana: Los orígenes del totalitarismo.Madrid: Alianza, 1981.29. J. HABERMAS, "Hannah Arendts Begriff der Macht" (1976), reed. en ídem, Politik, Kunst,Religion. Sttutgart: Reclam, 1978 y en ídem. Perfiles filosófico-políticos. Madrid: Taurus, 1985.30. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 222.

 

Dado que la esfera pública se constituye por el discurso y la acción, no es algo estático sino que requiere el incesante flujo de actualizaciones (en sentidoaristotélico) y, por ello mismo, sus límites y su existencia son extraordinariamentecambiantes. El poder es definido por Arendt en relación con esta fuerzade realización que surge de la comunicación y la cooperación ciudadana."El poder es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, el potencialespacio de aparición entre los hombres que actúan y hablan":El poder brota de la capacidad humana, no de actuar o hacer algo, sino deconcertarse con los demás para actuar de común acuerdo con ellos.El poder surge entre los hombres cuando actúan en común y desaparece tanpronto como se dispersan de nuevo.Este poder se presenta vinculado a requisitos exigentes, característicos deuna comunicación viva, creativa, en la que se mantienen los nexos y compromisos básicos de las acciones discursivas:El poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde laspalabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones, sino para descubrir realidades, y los actos nose usan para violar y destruir, sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades.

 

La causa de tales condiciones viene dada por la distinción radical que lleva a cabo Arendt entre poder y violencia, así como la separación de ambosrespecto de la fuerza en sentido individual ("don de la naturaleza que elindividuo no puede compartir con otros, hace frente a la violencia con máséxito que al poder"). Con la violencia se pueden producir muchas cosas,se destruye el poder, pero la violencia "nunca puede convertirse en su sustituto". La lógica de la violencia es incompatible con la lógica del poder comunicativo. El poder, como potencial de discurso y acción actualizado,se genera por un "pueblo unido", capaz de asumir "la condición de la pluralidad".Como ya vio Montesquieu, la tiranía, el totalitarismo, proceden con violenciae impiden "el desarrollo del poder, no sólo en un segmento particularde la esfera pública, sino en su totalidad; dicho con otras palabras, genera impotencia de manera tan natural como otros cuerpos políticos generan poder". Mientras la democracia se basa en los procesos realizativos de la esfera pública, del espacio de aparición de los ciudadanos como agentes políticos,el totalitarismo se erige sobre su negación.64 Anàlisi 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella31. Hannah ARENDT, "Sobre la violencia"; ídem, Crisis de la República. Madrid: Taurus, 1973,p. 146 (edición original: Macht und Gewalt. Munich: Piper, 1970).32. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 223.33. Hannah ARENDT, La condición humana, op. cit., p. 223.

 

El poder entendido de esta manera se engarza sin solución de continuidad con la dimensión normativa, proporcionando una legitimación basada en la creación de sentidos y objetivos compartidos por la voluntad de los ciudadanos.En Poder y violencia se puede leer:Lo que confiere poder a las instituciones y a las leyes de un país es el apoyo del pueblo, que, a su vez, es sólo la continuación de ese consenso originario que ha llamado a la vida instituciones y leyes [...] Todas las instituciones políticas son manifestaciones y materializaciones de poder; se consolidan y se derrumban tan pronto como el poder vivo del pueblo no se encuentra trasellas y las sostiene. Es lo que pensaba Madison, cuando decía que todos los gobiernos reposan en último término en la "opinión".

 

Este concepto de "poder", tan distinto de otros más generalizados,excluye el aparato administrativo del Estado y otros aspectos del funcionamientopolítico. Habermas argumenta contra las dificultades de esta identificaciónentre poder y opinión pública y contra la separación tajante entrepoder y aparato de estado.Ello comporta:

  • a) La disolución de la dimensión ideológica de la dominación.
  • b) Un planteamiento conceptual que no permitedesarrollos descriptivos para el conocimiento de la realidad.
  • c) Establecer un punto de vista normativo convencional, cuando no irracional (puestoque se basa en la opinión pública, expresión de una "verdad de hecho" pero no de la "verdad de razón").

Los ecos de esta discusión llegan hasta Facticidad y validez.(La opinión pública en Habermas Anàlisi 26, 2001 6534. Hannah ARENDT, Macht und Gewalt. Munich: Piper, 1970, p. 42.35. Habermas compara el concepto de poder de Hannah Arendt con los de Max Weber yTalcott Parsons.)

 

En Economía y sociedad Weber escribe: "Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad." (México: FCE, 1969,p. 43). Parsons dice que el poder es la capacidad general de un sistema social de "lograrque se hagan cosas en interés de objetivos colectivos" ("Authority, Legitimation andPolitical Action", en ídem, Structure and Process in Modern Societies. Nueva York, 1960,p. 181).Uno de los mejores trabajos sobre esta crítica es el de J.M. FERRY, "Rationalité et politique.La critique de Hannah Arendt par Habermas", en ídem, L'étique de la communication. París:PUF, 1987.37. "La marca de la verdad de hecho es que su contrario no es ni el error, ni la ilusión, ni la opinión, de los cuales ninguno recae sobre la buena fe personal, sino que su contrario es la falsedad deliberada o el engaño. El error, por supuesto, es posible, e incluso corriente, en relación con la verdad de hecho, y en este caso este tipo de verdad no es de ninguna manera diferente de la verdad científica o racional.

 

Pero lo importante es que, en lo que concierne a los hechos, existe otra posibilidad y que esta posibilidad, la falsedad deliberada, no pertenecea la misma especie que las proposiciones que, justas o equivocadas, pretenden solamente decir lo que es, o como me parece alguna cosa que es." ("Verdad y política", enBetween Past and Future. Nueva York: The Viking Press, 1968.)

 

5. "Opinión pública" en Facticidad y validez.

Habermas propone un concepto de "espacio de opinión pública" con la vista puesta en una doble eficacia: explicativa y normativa. Quiere lograr lo que echa de menos en Arendt.¿Cómo entender la constitución y la dinámica del "espacio de opiniónpública"? ¿Qué vínculos le unen al "poder"? ¿Se puede delimitar y contraponerel poder comunicativo y el poder político? ¿Qué relación hay entre éstos y elpoder administrativo? ¿De la interacción comunicativa se derivan aspectos normativos? .

 

Su aproximación al sentido de "espacio de opinión pública" incide nuevamenteen los aspectos ya expuestos en obras anteriores (e introducidos al principiode este trabajo):La esfera o el espacio de la opinión pública no puede entenderse como institución y, ciertamente, tampoco como organización; no es un entramadode normas con diferenciación de competencia y de roles, con regulación delas condiciones de pertenencia, etc.; tampoco representa un sistema; permite,ciertamente, trazados internos de límites, pero se caracteriza por horizontesabiertos, porosos y desplazables hacia el exterior.

 

El espacio de la opinión pública, como mejor puede describirse es como una red para la comunicación de contenidos y tomas de postura, es decir, de opiniones,y en él los flujos de comunicación quedan filtrados y sintetizados de tal suerte que se condensan en opiniones públicas agavilladas en torno a temas específicos.Los ciudadanos son "portadores del espacio público" y en él expresan problemas de los distintos ámbitos de su vida privada. El medio propio es la interacción comunicativa, es decir, la práctica comunicativa cotidiana que se produce a partir de la inteligibilidad general de los lenguajes naturales. Este intercambio comunicativo produce argumentos, influencias y opiniones.El arraigo del espacio público en el mundo de la vida y en los procesos de comunicación lo distinguen de otros fenómenos sistémicos o estratégicos de funcionalidad instrumental. La opinión pública puede manipularse e instrumentalizarse,pero a costa de perder de vista la realidad propia de los individuos,el sentido de sus vidas y su interdependencia dentro de un mundosimbólico compartido; a costa también de sustraerse a la eficacia de una legitimación racional. Cuando el espacio de juego no permite la sinceridad en las expresiones y las críticas abiertas, se pierde la capacidad de interacción entre los agentes sociales y la articulación necesaria entre ellos (integración social); la66 Anàlisi 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella38. J. HABERMAS, Facticidad y validez. Madrid: Trotta, 1998, p. 440.

 

En esta traducción de Manuel Jiménez Redondo se traduce "Öffentlichkeit" por "esfera o espacio de a opinión pública" y por "espacio de la opinión pública". Dado que Habermas también utiliza "öffentliche Meinung", es discutible esa conversión de "espacio público" en "espacio de la opinión pública".coacción reprime y en mascara, pero no elimina las contradicciones, sino que las incrementa:Las opiniones públicas pueden manipularse, pero ni pueden comprarse públicamente,ni tampoco arrancárselas al público mediante un evidente ejercicio de presión pública.

 

La "calidad" de una opinión pública, en cuanto medible por las propiedades procedimentales de su proceso de producción, es una magnitud empírica.Habermas recuerda las ideas de Parsons sobre la influencia, esa "forma simbólicamente generalizada de comunicación, que gobierna las interacciones en virtud de la convicción razonada o de la pura sugestión retórica" ("On the conceptof influence", en Sociological Theory and Modern Society), para constatara continuación que "en el espacio de la opinión pública se forma influencia y en él se lucha por ejercer influencia".

 

Los ciudadanos se agrupan como público,como tramas asociativas, generando "interpretaciones públicas para susintereses sociales y para sus experiencias, ejerciendo así influencia sobre la formación institucionalizada de la opinión y la voluntad políticas". Las forma semancipadas de vida "no pueden producirse por intervenciones administrativas". De la vitalidad del espacio de opinión pública y la verdadera autonomíade la voluntad de los ciudadanos dependen la legitimación de las decisionespolíticas y la regulación de la cohesión social.Hay un poder que surge de la interacción comunicativa, que posibilita la cooperación y la aparición del poder político; pero el ejercicio de ese poder ya constituido despliega instrumentos normativos y administrativos que debenser contemplados en su incidencia en los procesos de toma de decisión colectiva.

 

Es importante distinguir entre poder comunicativo y poder político; el primero tiene que ver con la posibilidad de producir discursivamente motivacionesy convicciones compartidas, que se concretan en una voluntad común;el segundo concierne a la pretensión de dominio sobre el sistema político y elempleo del poder administrativo. El poder comunicativo se transforma enpoder administrativo en la medida que puede promover la creación de leyes(Derecho):[...] propongo considerar el derecho como el medio a través del cual el podercomunicativo se transforma en administrativo. Pues la transformación depoder comunicativo en poder administrativo tiene el sentido de un facultamientoo autorización, es decir, de un otorgar poder en el marco del sistema ojerarquía de cargos establecidos por las leyes. La idea de Estado de derecho puede interpretarse entonces en general como la exigencia de ligar el poder (La opinión pública en Habermas Anàlisi 26, 2001 6739. J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 444-445.40. J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 443.41.J. HABERMAS, Facticidad y validez, p. cit., p. 443.42. J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 447.) administrativo, regido por el código "poder", al poder comunicativo creador dederecho, y mantenerlo libre de las interferencias del poder social, es decir, de la fáctica capacidad de imponerse que tienen los intereses privilegiados.

 

La concepción articulada en términos de teoría del discurso adopta una posición transversal respecto de las concepciones clásicas. Si la soberanía comunicativamente fluidificada de los ciudadanos se hace valer en el poder de discursos públicos que brotan de espacios públicos autónomos, pero que toman formaen los acuerdos de cuerpos legislativos que proceden democráticamente y que tienen la responsabilidad política, entonces el pluralismo de convicciones e intereses no se ve reprimido, sino desatado y reconocido tanto en sus decisiones mayoritarias susceptibles de revisarse como en compromisos. Pues entonces la unidad de una razón completamente procedimentalizada se retrae a la estructura discursiva de comunicaciones públicas y tiene su asiento en ella. No reconoce ausencia de coerción y, por tanto, fuerza legitimante a ningún consensoque no se haya producido bajo reservas falibilistas y sobre la base de libertades comunicativas anárquicamente desencadenadas.

 

En el rebullir, en el torbellino e incluso vértigo de esta libertad no hay ya puntos fijos si no es el que representa el procedimiento democrático mismo, un procedimiento cuyo sentido se encierra ya en el propio sistema de los derechos.Como se ve, para Habermas el espacio del libre juego de la opinión pública es el motor de la política democrática en un sentido real empírico y en unsentido normativo. El conocimiento de sus características y posibilidades permitere plantear aspectos procedimentales. El autor propone el modelo de políticade liberativa para superar las debilidades de las democracias actuales. En este modelo "la soberanía popular" (entendida a partir de la libre formaciónde opinión y voluntad común) ocupa un lugar central en los requisitos procedimentales que deben exigirse para la legitimación de las prácticas y las decisiones políticas.Los procedimientos democráticos estatuidos en términos de Estado de derecho[...] permiten esperar resultados racionales en la medida en que la formación de la opinión dentro de las instancias parlamentarias permanezca sensible a los resultados de una formación informal de la opinión en el entorno de esas instancias, formación que no puede brotar sino de espacios públicos autónomos.Sin duda, [...] el presupuesto de un espacio público político no hipotecado,es un presupuesto carente de realismo; pero bien entendido, no se le puede calificar de utópico en sentido peyorativo.

 

En el presente existen muchos motivos para ser escépticos sobre la posibilidad de existencia de espacios públicos no manipulados y sobre la influencia realdel poder comunicativo sobre el poder político. Los medios de comunicación(Anàlisis 26, 2001 Margarita Boladeras Cucurella.J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 217- 218. 44. J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 254-255.45. J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 614.)desempeñan un papel que, en muchos casos, sirve tan sólo a los intereses de grupos poderosos económica o socialmente, de manera que su "ocupación" y depredacióndel espacio público pueden ser altamente distorsionadoras de la realidad humana. Habermas critica la instrumentalización de los medios de comunicación de masas, pero afirma que no se tiene un conocimiento global de su incidenciay que, en cualquier caso, las instituciones deben regular y corregir los excesos, haciendo efectivo el respeto y la promoción de los derechos humanos.El autor se adelanta a las críticas que se le puedan hacer por situarse más en el terreno de la teoría y del deber que en el del ser, cuando advierte:[...] uno tiende a valorar con muchas reservas las oportunidades que la sociedad civil pueda tener de ejercer influencia sobre el sistema político. Sin embargo,esta estimación sólo se refiere a un espacio público en estado de reposo. Enlos instantes de movilización empiezan a vibrar las estructuras en las que propiamente se apoya la autoridad de un público que se decide a tomar posición.Pues entonces cambian las relaciones de fuerza entre la sociedad civil y el sistema político.Esta llamada a la necesidad de movilización marca la tendencia de los planteamientos habermasianos: una perspectiva pragmático-discursiva y utópica,que ofrece conceptos críticos de la situación presente y permite establecer objetivos futuros realizables (o no) en función del desarrollo concreto de lascapacidades discursivas (personales y colectivas) y cooperativas compartidas por los ciudadanos.

 

Bibliografía.

ARENDT, H. (1958). The Human Condition. Chicago: The University of ChicagoPress. Versión castellana: La condición humana. Barcelona: Paidós, 1993.- (1951). The Origins of Totalitarism. Nueva York: Hartcourt. 2ª ed. aumentada,1958. Versión castellana: Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza, 1981.- (1973). "Sobre la violencia". Crisis de la República. Madrid: Taurus. Edición original:Macht und Gewalt. Munich: Piper, 1970.- (1968). Between Past and Future. Nueva York: The Viking Press.

 

BENHABIB, S. (1992). "Models of Public Space: Hannah Arendt, the Liberal Tradition,and Jürgen Habermas". En CALHOUN, C. (ed.) (1992). Habermas and the Public Sphere. Cambridge, Mass.: The MIT Press, p. 73-98.

 

BERELSON; JANOWITZ (1950). Public Opinion and Communication. Glencoe. 2ª ed.Nueva York: The Free Press, 1966.

 

BOLADERAS, M. (1996). Comunicación, ética y política. Habermas y sus críticos. Madrid:Tecnos.CALHOUN, C. (ed.) (1992). Habermas and the Public Sphere. Cambridge, Mass.: TheMIT Press.

 

FERRY, J.M. (1987). "Rationalité et politique. La critique de Hannah Arendt parHabermas". En L'étique de la communication. París: P.U.F.La opinión pública en Habermas Anàlisi 26, 2001 6946.

 

J. HABERMAS, Facticidad y validez, op. cit., p. 460.

 

HABERMAS, J. (1981). Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Barcelona: G. Gili. Edición original: Strukturwandel derÖffentlichkeit. Untersuchungen zu einer Kategorie der bürgerlichen Gesellschaft.Neuwied: Luchterhand V., 1962; nueva edición con un largo prólogo en Francforta.M.: Suhrkamp, 1990.- (1973). "Öffentlichkeit (ein Lexikonartikel) 1964" y "Die Geschichte von denzwei Revolutionen (H. Arendt)". Reed. en Kultur und Kritik. Francfort a.M.:Suhrkamp.- (1978). "Hannah Arendts Begriff der Macht" (1976). Reed. en Politik, Kunst,Religion. Sttutgart: Reclam.- (1985). Perfiles filosófico-políticos. Madrid: Taurus.- (1998). Facticidad y validez. Madrid: Trotta; primera edición alemana: Faktizitätund Geltung. Frankfurt a. M.: Suhrkamp, 1992.

 

HOFSTÄTTER, P.R. (1949). Psychologie der öffentlichen Meinung. Viena. Versión castellana:Psicología social. México: UTEHA, 1953.

 

KIRSCHNER (1949). Beiträge zur Geschichte des Begriffs "öffentlich" und "öffentlichesRecht". Gotinga.

 

LAZARSFELD; KATZ (1955). Personal Influence. Glencoe. Versión castellana: La influenciapersonal. Barcelona: Ed. Hispano Europea, 1979.

 

MANHEIM, E. (1923). Die Träger der öffentlichen Meinung. Munich Brunn: Rohrer,1933. Versión castellana: La opinión pública. Madrid: Ed. Rev. Derecho Privado,1936.

 

MANNHEIM, K. (1950). Freedom, Power and Democratic Planning. Nueva York. Versióncastellana: Libertad, poder y planificación democrática. México: FCE, 1953.

 

MILLS, C.W. (1956). Power Elite. Nueva York: Oxford Un. Press. Versión castellana: Laélite del poder. México: FCE, 1975.

 

PARSONS, T. (1960). "Authority, Legitimation and Political Action". En Structure andProcess in Modern Societies. Glencoe, Ill.: The Free Press.

 

PLESSNER, H. (1960). Das Problem der Öffentlichkeit und die Idee der Entfremdung.Gotinga: Vandenhoeck und Ruprecht.

 

STEINBERG, Ch.S. (1958). The Mass Communicators Nueva York. Versión castellana: Losmedios de comunicación social. México: Ed. Roble, 1969.

 

 

 

Elisabeth NOELLE-NEUMANN
La espiral del silencio. La opinión pública y los efectos de los medios de comunicación
Neither colloquial discourse nor specialized language convey sufficient meaning in order to be
able to do without public opinion, whose essence resides in that it is a process which implies
assuring the cohesion and integration of societies and groups and thus the survival of communities
and their ability to act. Without public opinion, understood as rationality and social control, people
would be isolated vis-vis controversial areas implying values, as is the case in dictatorial regimes.
¿Qué razón hay para que tengamos que abordar el tema de la opinión pública? Opinión pública es
un viejo concepto pasado ya de moda. Jürgen Habermas, filósofo de la escuela de Frankfurt,
comentaba: "... No se trata simplemente de una forma coloquial... que se aferra a ese término; las
disciplinas académicas, y en especial el derecho, las ciencias políticas y la sociología, son
incapaces de sustituir conceptos tradicionales como... 'opinión pública' por términos más precisos"
[1] .
¿Porqué entonces hemos de tratar el tema de la opinión pública?
La tesis que pretendo presentar es que ni el lenguaje coloquial ni el académico pueden prescindir
del concepto de opinión pública, dada su extremada importancia. Pero precisamente por esa
trascendencia deberíamos saber qué es lo que lo hace tan significativo y qué efectos produce en
nuestro pensamiento y nuestros actos.
Jean Jacques Rousseau fue el primer autor que conscientemente y con talante crítico analizó el
concepto de opinión pública. En El contrato social (Du contrat social), escribe: "Estoy hablando...
sobre todo, de la opinión pública, un factor que desconocen nuestros teóricos de la política, pero
del que depende el éxito de todo lo demás" [2] .
"Un factor que desconocen nuestros teóricos de la política". Lo que nos llama la atención sobre la
alusión a la opinión pública en este contexto, es que incluso las personas que se encuentran en
mejor situación para juzgar son incapaces de asimilar totalmente este fenómeno ni la forma en que
actúa. ¿Y eso, por que? Como se pone de manifiesto en la afirmación de Rousseau, no es,
ciertamente, por falta de importancia. Para los que consideran a Rousseau con escepticismo, yo
añadiría que no fue el único en opinar así. Maquiavelo y Shakespeare, John Locke y David Hume
se manifestaron también firmemente convencidos de la importancia de la opinión pública. Muchos
decenios antes que Rousseau, el filósofo inglés David Hume condensaba su pensamiento en estos
términos: "El gobierno se basa únicamente en la opinión" [3] . Del análisis del texto se desprende
que aquí, el término "opinión" equivale a "opinión pública". El escaso nivel de conocimiento sobre
opinión pública se relaciona, según parece, con nuestra fascinación por el hombre como ser
cultural, creador de una cultura religiosa, artística y académica; el hombre como fundador de
naciones, descubridor, emprendedor; el hombre como individuo único.
Todo lo cual parece relacionado con nuestro desconocimiento del verdadero carácter de la opinión
pública y con nuestra repugnancia a reflexionar sobre la naturaleza social del hombre, que
tendemos a considerar inferior a la individual. Hay muchos ejemplos de esto en nuestro lenguaje:
el hombre de masas, el que va con los demás, el conformista, el oportunista, el que instintivamente
se une al rebaño. La discrepancia que existe entre nuestra naturaleza individual y la social hace
que nos resulte difícil asimilar la idea de las gentes y las sociedades como un todo y rendir tributo
a la naturaleza social del hombre reconociéndola, estudiándola y comprendiéndola, en vez de
considerarla con aversión. En los primeros anos ochenta, publiqué un libro subtitulado "Public
Opinion-Our Social Skin" [4] . Se emplea aquí el término "skin" (piel) como metáfora que expresa
cohesión. El cuerpo humano carecería de cohesión si no fuera por la piel; de la misma manera, las
comunidades humanas no podrían estar adheridas entre sí, de no existir una fuerza poderosa que
las mantuviera unidas. En el lenguaje abstracto de los académicos, la integración, el consenso y los
objetivos comunes son esenciales para la cohesión.
Esta es nuestra tesis: La opinión pública es, en esencia, un mecanismo que hace posible la
cohesión y la integración de sociedades y grupos, de las que dependen la supervivencia de la
comunidad y su capacidad de acción. Y aun cuando todavía no tenemos grandes conocimientos
sobre la forma en que se produce este proceso desde el punto de vista antropológico o – en sentido
más amplio – biológico, hay muchos indicios de que la investigación del cerebro humano nos
proporcionará una pista importante. La clave estriba en que las personas, lo mismo que los
animales, tienen un miedo innato al aislamiento. Me dicen los investigadores que ese temor al
aislamiento se encuentra localizado en una zona determinada del cerebro humano, que hay
lesiones que eliminan ese sentimiento y que con los animales sucede lo mismo. Este miedo
orgánico al aislamiento hace que el hombre se esfuerce instintivamente en ser aceptado y querido
por los demás, y en evitar la enemistad, el aislamiento y el ostracismo.
Mihaly Csikszentmihalyi, psicólogo de la Universidad de Chicago, es autor del más reciente
descubrimiento en este campo. Lo dio a conocer en un simposio sobre opinión pública celebrado
en enero de 1992 en la Universidad de Mainz. La comunicación presentada por Csikszentmihalyi
bajo el título "Public Opinion and the Psychology of Solitude", demuestra que casi todo el mundo
se siente desgraciado cuando está solo [5] .
Hay otro aspecto de la naturaleza humana que debemos distinguir de este esfuerzo por integrarse
en la sociedad, obtener su simpatía y evitar el aislamiento: la lucha por alcanzar una posición,
prestigio, fama – que sirve de título a un capítulo de A Treatise on Human Nature, de David
Hume, y como consecuencia, el miedo al desprecio. Estos dos aspectos de nuestra naturaleza
social están relacionados entre sí, pero han de estudiarse por separado si queremos comprender el
fenómeno en su conjunto. El temor al aislamiento se encuentra íntimamente relacionado con el
deseo de seguridad y protección, mientras que la lucha por el prestigio y el miedo al desprecio
responden mucho más a la necesidad de autoestima. Las encuestas realizadas demuestran que
existe una estrecha relación entre confianza en sí mismo y vitalidad, como también entre confianza
en sí mismo y buen humor. Nuestro objetivo es inculcar a nuestros hijos un sentido bien arraigado
de confianza en sí mismos y esperamos que lo consigan a través de la educación.
Aun cuando existe una conexión entre la lucha por el prestigio y la necesidad de evitar el
aislamiento, es importante distinguirlos cuando se discute el doble aspecto de la opinión pública,
como es, por ejemplo, la relación entre opinión pública y autoridad por una parte, y entre opinión
pública y cada uno de los miembros de la comunidad, por la otra. La opinión pública es un proceso
de integración del que dependen también los gobernantes, o, como señaló David Hume, "El
gobierno se basa únicamente en la opinión". No es signo de debilidad por parte del gobernante
prestar una cuidadosa atención a la opinión pública. El prestigio es también un motivo importante
y el "status" es un elemento necesario del gobierno. Por lo que a éste se refiere, ambos principios
se encuentran estrechamente vinculados. La situación es muy diferente con respecto al doble
aspecto de la opinión pública con que ha de encararse cada miembro de la sociedad; afecta a todos
y cada uno de nosotros. De esta relación nos vamos a ocupar en adelante, puesto que nos incumbe
a todos.
Donde quiera que la sociedad se sostiene por el consenso y los valores comunes, existe la amenaza
del aislamiento. Al individuo que no actúa de acuerdo con esos valores, se le castiga con el
aislamiento, se le retira el trato y se le hace el vacío. Existe también la amenaza de aislamiento
cuando no hay acuerdo sobre los valores, es decir, cuando la sociedad, por una u otra razón, busca
nuevas perspectivas y nuevos valores y encuentra muchos. En nuestros días, el término "cambio de
valor" se emplea prácticamente todos los días. Es en este campo donde se producen los procesos
más sorprendentes. Absolutamente todos los académicos y filósofos que nos han ayudado a
comprender el carácter de la opinión pública, habían experimentado personalmente su poder como
víctimas de una revolución o como herejes surgidos en un período de profundos cambios de
valores, antes de llegar a una comprensión intelectual de la opinión pública.
Los sondeos de opinión demuestran que en aquellas zonas en las que los valores están cambiando,
desde los aparentemente triviales como los que se refieren a la moda o la estética, a los más
importantes, como los políticos y morales, en los que se basa la labor de gobierno, los miembros
de la sociedad observan la comunidad con mucha atención. Incluso los más leves cambios de
opinión se perciben colectivamente, esto es, los observan todos los grupos de la población casi al
mismo tiempo. Hablamos de un sentido "cuasi-estadístico" inherente a nuestra naturaleza social.
De las respuestas a nuestra encuesta sobre "cómo opina la mayor parte de la gente", se deduce que
cuando una actitud importante relacionada con los valores experimenta una variación de sólo el
dos o el tres por ciento, la población percibe el cambio y lo refleja aumentándolo a un diez o un
quince por ciento. Ahora bien, ¿por qué la gente dedica esa inmensa cantidad de energía y presta
tanta atención a la observación de su entorno social?
En encuestas Allensbach hemos incluido preguntas sobre cerca de un centenar de temas
relacionados con los valores, inquiriendo no sólo lo que la gente piensa, sino también lo que cree
que piensan los demás. Lo lógico es que respondieran "; Y yo qué sé?" y, sin embargo,
conseguimos respuestas concretas a la pregunta de qué es lo que cree la mayor parte de la gente.
Es algo que interesa muchísimo a todo el mundo y que provoca la observación muy atenta de su
entorno. ¿Y por qué realizan este derroche de energías?
Nuestra tesis es que la gente intenta evitar el aislamiento en áreas controvertidas en las que hay
valores en juego.
En esas áreas se pone en marcha un proceso que he denominado "la espiral del silencio". Aquellos
que al observar su entorno social tienen la impresión de que sus opiniones v valores están
adquiriendo más peso y consiguen cada vez más partidarios – maravillosa experiencia –, se sienten
fuertes. No tienen miedo al aislamiento, así que expresan sus opiniones en público, donde
cualquiera puede escucharles aunque se trate de personas anónimas a las que dirigen la palabra
seguros de sí mismos. Los que, por el contrario, piensan que sus opiniones pierden terreno, se
hacen más cautelosos y se quedan callados, especialmente en situaciones difíciles en las que no
están familiarizados con lo que piensan los demás, esto es, cuando se encuentran entre un público
anónimo. Y el hecho de que un grupo exprese sus opiniones con seguridad y el otro permanezca
en silencio, influye sobre la forma en que esta situación se presenta al público. El primero de los
grupos aparenta tener más partidarios de los que realmente tiene, mientras que el otro da la
sensación de tener menos de los que en verdad le corresponden. Esto, a su vez, induce a la gente a
adherirse a la opinión que parece más sólida, mientras que los del otro bando se desaniman e
incluso llegan a cambiar de opinión. Hasta que en un proceso con forma de espiral, uno de los
bandos llega a dominar completamente la opinión pública, mientras que en el otro, sólo una
minoría aislada deja oír su voz. Suponiendo que llegue a oírse.
El proceso de la espiral del silencio culmina en el silencio. Hay dos clases de silencio: en primer
lugar, el que indica que la controversia ha terminado de una vez por todas, que es algo que
pertenece al pasado. A medida que la sociedad continua su progreso, los valores que en otro
tiempo fueron de extraordinaria importancia se ven desbordados por otros más modernos.
Solamente queda un núcleo poco numeroso de personas irreductibles que mantienen vivos los
viejos valores. La sociedad los aísla y los desprecia. Una alumna mía, la española Elisa Chulía
Rodrigo describe esta situación aplicada al Quijote de Cervantes en su tesis de master "Die
óffentliche Meinung in Cervantes' Roman 'Don Quijote von der Mancha' " (Opinión pública en la
novela de Cervantes "Don Quijote de la Mancha"). Me refiero brevemente a esto en el capítulo 27
de la nueva edición ampliada de The Spiral of Silence que publicará la University of Chicago Press
en 1993.
Hay un segundo tipo de silencio que pone el punto final al proceso de la espiral. En este caso, el
debate de la opinión pública no ha concluido realmente y sigue sin resolverse el conflicto entre los
valores opuestos. Más bien continúa existiendo bajo la superficie. Pero el grupo vencedor en el
proceso de la espiral del silencio impone un tabú al perdedor. La opinión ganadora no puede
discutirse ni ser objeto de debate en público. Una vez que se declara tabú a un valor, – quedando,
por tanto, rodeado de una muralla protectora – nadie puede expresar su desacuerdo con el mismo
sin arriesgarse a quedar excluido de la comunidad de gentes íntegras y bienpensantes. La
oposición a un tabú de este tipo, sea a través de una idea, un argumento en contra o de un valor
que no puede expresarse sin correr el peligro de un aislamiento total, indica que surge de nuevo un
conflicto entre valores sociales.
Esto nos lleva a la siguiente definición de opinión pública: Opiniones y comportamientos en áreas
cargadas de valores, que cada individuo puede expresar en público previendo una buena acogida.
En otras palabras, las opiniones y modos de comportarse que pueden expresarse y exhibirse en
público sin arriesgarse al aislamiento.
El término "opinión" en "opinión pública" no hay que tomarlo al pie de la letra, esto es, como
opiniones expresadas verbalmente; abarca también símbolos que representan actitudes o valores,
como insignias, lemas, banderas, vestidos, peinados, marcas de automóvil, pegatinas y otras
formas de opinión, como es, por ejemplo, la manera de comportarse en público.
En tanto se mantengan en la esfera de lo privado, ni el pensamiento, ni la palabra, ni los actos
influyen en la cohesión de la comunidad. Son importantes solamente cuando pueden ser vistos y
oídos, cuando se expresan en público. El término "pública" de "opinión pública" no se refiere a un
contenido político. La opinión pública se aplica a cualquier área en la que una opinión
determinada puede conducir al aislamiento. Podemos, en cambio, expresarnos libremente sobre
nuestro color favorito, puesto que esta opinión no puede dar lugar al aislamiento. La cuestión
fundamental es si una opinión sobre determinado tema dará lugar o no al aislamiento. El término
"pública" en "opinión pública" debe entenderse en el sentido de "apertura"; "coram publico", el
público como tribunal, como juez ante el cual el individuo tiene que comportarse correctamente, si
es que quiere evitar que le aíslen.
Al traducir del alemán trabajos sobre opinión pública, pensé durante mucho tiempo cual sería la
equivalencia en inglés del término "offentlich" aplicada a este contexto, Un día iba yo en taxi, en
Nueva York. El taxista llevaba la radio puesta y en un momento dado oí la voz del locutor que
decía: "El ojo público tiene un precio". El ojo público, es decir, la mirada del público, lo ve todo y
a todos y juzga al individuo. Y como la gente lo sabe, se porta de manera muy diferente en público
que en privado. Lo vemos en los libros escritos por Erving Goffmann en los anos setenta. Por
ejemplo, en Behavior in Public Places.
Investigué el término "ojo público". Gunnar Schanno, estudiante de comunicaciones en Mainz, lo
encontró en los escritos del filósofo inglés Edmund Burke (1729-1797), que lo utilizaba dándole
casi exactamente el mismo sentido que le damos aquí. Así, en el siglo XVIII Burke recomendaba
la adquisición de la siguiente virtud: someterse a la censura del ojo público en una etapa temprana
de la vida. En el párrafo siguiente afirma que la observación anticipada de la opinión pública, o
dicho en sus palabras, "observar pronto la opinión pública", es lo que define a un aristócrata.
Conscientes ya del poder integrador de la opinión pública, encontramos descripciones de su
actuación en todas partes. En la Biblia vemos cómo David embauca hábilmente a la opinión
pública – tenemos una tesis sobre esto en Mainz –, o la frase "vox populi vox Dei" en Isaías. Lo
encontramos también en los cuentos de hadas – también investigado en Mainz – y en las leyendas.
Aparece en la Iliada y en las obras de Herodoto y Sófocles. El mismo concepto figura en los
escritos del famoso obispo y hereje español Prisciliano: "opinionis publicae". Un hereje está
excomulgado; y cuando consideramos el temor del individuo al aislamiento, podremos imaginar
las enormes implicaciones de una excomunión. Carlomagno mantuvo correspondencia con su
cuñado Alcuin sobre la interpretación de "vox populi vox dei". Montaigne, alcalde de Burdeos, fue
víctima de la opinión pública en un momento extremadamente crítico del conflicto entre
protestantes y católicos. Lo describe con astucia en un ensayo publicado en 1588, en el que emplea
varias veces el término "opinion publique". No obstante, un amigo le advirtió que no parecía
probable que se aceptasen esas extrañas expresiones. Tenía razón este amigo, ya que tuvieron que
transcurrir 200 anos, hasta la Revolución francesa, para que el concepto de opinión pública se
convirtiera en una palabra de uso corriente.
Ahora bien, ¿existen conceptos y definiciones de opinión pública completamente distintos a los
que presento aquí? En la International Encyclopedia of the Social Sciences (1968), W. Phillips
Davison empieza su artículo sobre opinión pública con esta afirmación: "No existe una definición
de 'opinión pública' aceptada por todos" [6] . Harwood Childs, profesor en Princeton y director
durante muchos años de Public Opinion Quarterly, presenta cincuenta definiciones de opinión
pública en el segundo capítulo de su libro Public Opinion [7] .
Esta confusión ha llevado a muchos académicos, incluso de nuestros días, a pedir que no se vuelva
a emplear el término opinión pública en trabajos científicos. En fecha muy reciente aparece la
misma petición en el comentario sobre la teoría de la espiral del silencio publicado por el
sociólogo francés Serge Moscovici en el Communication Yearbook 14 (1991).
Estoy absolutamente convencida de que el término "opinión pública", que se remonta a miles de
anos atrás, es significativo aun cuando no tengamos un completo conocimiento del mismo.
Constantemente he venido pensando en la posibilidad de poner algo de orden en el caos
representado por las cincuenta definiciones reunidas por Harwood Childs.
El concepto de opinión pública que sirve de base a la teoría de la espiral del silencio se contiene en
el título del último capítulo de The Spiral of Silence (1993): "The Manifest and Latent Function of
Public Opinion: A Summary". En este artículo afirmamos que las cincuenta definiciones citadas
por Childs tienen su origen en sólo dos conceptos diferentes de opinión pública. Hay, además,
unas cuantas definiciones de índole técnico-instrumental, toda vez que se equipara la opinión
pública con los resultados de los sondeos de opinión, definidos como "la suma de las actitudes
individuales halladas por los encuestadores" [8] . Prácticamente todas las definiciones reunidas por
Childs están relacionadas con los dos conceptos siguientes:
1. La opinión pública como racionalidad. Es instrumental en la formación de opinión y en la
toma de decisiones en una democracia.
2. La opinión pública como control social. Tiene como fin la promoción de la integración
social y la garantía de un nivel suficiente de consenso que sirva de base para la adopción de
acciones y decisiones.
Observé que esos dos conceptos podían diferenciarse de acuerdo con sus funciones, manifiestas o
latentes, según la teoría del sociólogo americano Robert Merton, que describe ambas categorías en
el primer capítulo de su obra Social Theory and Social Structure, constantemente ampliada y
reeditada [9] . Para Merton, el término "funciones manifiestas" define los factores de influencia y
las consecuencias objetivas que contribuyen al ajuste del sistema, propuestos y reconocidos por los
participantes. Las "funciones latentes" son, por lo tanto, las que no son ni propuestas ni
reconocidas.
Es evidente la función manifiesta de la opinión pública como forma de discurso racional entre
ciudadanos informados y responsables, con el fin de orientar la opinión y la toma de decisiones en
una democracia. Eso explica por qué esta interpretación de la opinión pública ha predominado
hasta nuestros días. Hace ahora un año, con motivo de la conferencia anual de la American
Midwest Association of Public Opinion Research celebrada en Chicago, se dedicó una sesión
entera sobre "Conceptos europeos de opinión pública" a la presentación de las teorías de Foucault,
Habernas y Bourdieu, partidarios los tres del concepto racional de opinión pública como una
función manifiesta en una democracia. La sesión está plenamente documentada; los textos de las
comunicaciones se han publicado en un número del lnternational Journal of Public Opinion
Research, editado por Seymour Martin Lipset, Robert Worcester y yo [10] .
La función latente de la opinión pública, según Merton, no es ni propuesta ni reconocida, y de ahí
que cueste tanto trabajo señalarla. La función latente de la opinión pública como control social
tiene la misión de integrar la sociedad y asegurar un grado suficiente de cohesión en lo que atañe a
valores y objetivos. Es difícil reconocerla, porque ni siquiera estamos seguros de la necesidad de
esa integración y también porque los sociólogos la han abordado solamente desde un punto de
vista abstracto, teórico y aún no ha sido objeto de una investigación empírica. No nos damos
cuenta de la enorme presión que ejerce sobre todos los miembros de la sociedad, de la misma
manera que no nos fijamos en la presión atmosférica, pero lo cierto es que es tremenda. El filósofo
inglés John Locke, en su obra Essay Concerning Human Understanding publicada en 1690, afirma
que la presión que ejercen las "leyes de opinión, reputación y moda" – término que emplea para
referirse a la opinión pública – es tan grande que no hay uno entre diez mil que pueda resistirla
[11] .
En la XXV conferencia anual de la American Association for Public Opinion Research celebrada
en 1970, durante la sesión titulada "Toward a Theory of Public Opinion", Brewster Smith,
psicólogo de la Universidad de Chicago, afirmó que la investigación "no se había encarado con el
problema de cómo se articulan las opiniones individuales para dar lugar a consecuencias sociales y
políticas” [12] . En otras palabras: aún no había respuesta a la pregunta de cómo la suma de
opiniones individuales, determinada por la investigación de la opinión pública, se transforma en
un poder poder político temible llamado "opinión pública", con todas sus consecuencias políticas y
sociales.
¿Hemos adelantado mucho desde que Brewster Smith planteó esta cuestión en 1970? No se ha
podido encontrar respuesta a la pregunta de Smith porque ningún investigador buscaba una
opinión pública capaz de ejercer presiones. El concepto racional de opinión pública no explica la
presión que tiene que ejercer para que llegue a influir sobre el gobierno y los ciudadanos. El
razonamiento es luminoso, estimulante e interesante, pero no es capaz de ejercer la clase de
presión a la que – como diría John Locke – ni uno entre diez mil sería invulnerable.
Al llegar a este punto, he de retroceder algo para narrar la historia de la teoría de la espiral del
silencio. En 1965, mientras preparaba la conferencia inaugural en la Universidad de Mainz,
comprendí claramente el hecho de que la opinión pública no queda descrita por ese concepto
racional y democrático según el cual las opiniones informadas de los ciudadanos responsables
sirven de relación recíproca con el gobierno, sino que se trata de una cuestión de control social.
Me habían nombrado profesora de investigación de periodismo y comunicaciones, y me
encargaron el desarrollo de un instituto fundado recientemente. Mi lección inaugural sobre el tema
"Public Opinion and Social Control" tenía influencias de John Locke y Edward Ross.
Aquel mismo año de 1965 tuve otra experiencia significativa. Era ano de elecciones; aquel otoño,
como sucede cada cuatro años, se elegiría a los miembros del Bundestag alemán.
Entre diciembre de 1969 y agosto de 1965, los dos grandes partidos de Alemania iban
prácticamente empatados. En los sondeos de intención de voto se alternaban en el primer puesto.
Se preguntaba también a los votantes: "¿Quién cree usted que va a ganar las elecciones?, pregunta
que había interesado ya a Lazarsfeld, Berelson y Gaudet como indicativa de cambios en la
intención de voto [13] .
Las tendencias que emergían de ambas preguntas daban la impresión de que los datos se habían
obtenido en dos mundos diferentes. Hasta unas semanas antes de las elecciones, no hubo
variaciones en la intención de voto. Los pronósticos sobre quién ganaría estaban prácticamente en
50-50 cuando en diciembre de 1964 se hicieron las primeras encuestas y lo mismo sucedía con la
intención de voto para los dos grandes partidos. En septiembre de 1965, las posibilidades de
victoria de los cristianodemócratas (CDU/CSU) eran de más del 50%, con sólo un 16% para los
social-demócratas. Es decir, que tres semanas antes de las elecciones, la intención de voto fue
arrastrada por los pronósticos sobre el posible vencedor. Ganaron los cristiano-demócratas con una
ventaja del 8,6% sobre los social-demócratas.
Tardé más de seis años en hallar una explicación de la ausencia de un cambio en la intención de
voto que se correspondiera con el constante aumento de las expectativas sobre el posible ganador
de las elecciones. La solución se me ocurrió posiblemente por mi experiencia sobre desórdenes
estudiantiles en mi capacidad de profesora de investigación de comunicaciones de la Universidad
de Mainz durante aquellos anos. En el invierno de 1970/71 sólo pude terminar una de cada dos
disertaciones. A pesar de eso, el número de estudiantes que querían oírlas en paz era mayor que el
de los que interrumpían las clases en un intento de influir en el programa. Estaba claro que eran
más los que querían oírme, y así me lo hacían saber los que venían a verme a mi despacho. Pero
mientras el grupo de revoltosos desarrollaba una gran actividad llenando paredes, puertas,
ventanas y coches de pintadas, pasquines y pegatinas contra mi persona, e interrumpiendo mis
clases, el grupo de los que querían escuchar mis conferencias permanecía en silencio. Parecían
tener cada vez más miedo a que al apoyarme a mí quedaran aislados de sus compañeros y
perdieran simpatías. De esta manera se creó la falsa imagen pública de una masa de estudiantes
unánimes en su protesta; lo cierto es que llegaron a ocupar el Instituto de Investigación de las
Comunicaciones y permanecieron dentro durante una semana.
Aquel mismo mes, enero de 1971, se incluyeron por primera vez en una encuesta Allensbach
algunas preguntas relacionadas con la espiral del silencio. Se me ocurrió que podía existir una
analogía entre el fenómeno que observé en la Universidad de Mainz y el rompecabezas de 1965 –
la presencia de un bando aparentemente más fuerte frente al público que otro, aunque ambos eran
casi idénticos por lo que se refería a su volumen numérico –.
Era el primer paso en la formulación de una teoría conocida ahora como "espiral del silencio".
Incluso entonces, en 1965, la discrepancia entre dos curvas diferentes – la que representaba la
intención de voto y la que mostraba los pronósticos sobre quién ganaría las elecciones – ponía
claramente de relieve la influencia de una fuerza social. Pero en 1965 yo no me daba cuenta de lo
cerca que estaba de descubrir cómo se creaba la tremenda presión de la opinión pública descrita
por John Burke.
Paso a paso, entre 1973 y 1992, empecé a comprender las conexiones. El término "espiral del
silencio" se mencionaba por primera vez en una publicación anual japonesa, Studies in
Broadcasting. Se trataba de una comunicación presentada en la Conferencia Internacional de
Psicología que tuvo lugar en Tokio en 1972 [14] . La descripción de la espiral del silencio es ya
muy completa, a partir de la publicación de "The Theory of Public Opinion: The Concept of the
Spiral of Silence" en 1991 [15] , en el Communication Yearbook 14, y de la edición ampliada de
The Spiral of Silence que edita la University of Chicago Press en 1993.
El motivo de tanta lentitud en el desarrollo de la teoría es que en su origen, más que de un
concepto teórico que habría de ensayarse después empíricamente, se trataba de un concepto
basado en los confusos hallazgos de 1965 que requerían una explicación teórica. Incluso hoy, son
muy pocas las teorías relacionadas con las ciencias sociales que se desarrollan de esta manera,
aunque sí sucede con muchas otras de las ciencias naturales. En el futuro, con la realización de un
número cada vez mayor de investigaciones empíricas en el campo de las ciencias sociales, se
podrán desarrollar muchas más teorías de este tipo.
Envié a Robert Merton un ensayo sobre los dos conceptos de opinión pública, interpretados como
funciones manifiestas y latentes. Le escribí en el mes de julio pasado y me contestó en septiembre
aprobando mi idea. Me envió también un nuevo artículo publicado en 1989, "Unanticipated
Consequences and Kindred Sociological Ideas: A Personal Gloss" [16] . Me complació ver que
durante más de sesenta anos – desde que en 1949 se publicó por primera vez Social Theory and
Social Structure –, Merton ha venido estudiando la importante diferencia que existe entre las
funciones manifiestas y las latentes.
Al comparar los dos conceptos distintos de opinión pública, hay que hacer hincapié en que se
asientan sobre dos suposiciones completamente diferentes sobre la misión de la opinión pública.
Como proceso racional, la opinión pública se centra en la participación democrática y en el
intercambio de opiniones diversas sobre asuntos públicos, juntamente con la petición de que el
gobierno considere esas ideas y la preocupación de que el proceso de formación de opinión pueda
manipularse desde el poder estatal y el capital, a través de los medios de comunicación y de la
tecnología moderna [17] .
La opinión pública, considerada como control de la sociedad, se centra en la obtención de un nivel
suficiente de consenso sobre los valores y objetivos de la comunidad. De acuerdo con este
concepto, el poder de la opinión pública es tan grande que no puede pasar inadvertido ni por el
gobierno ni por los miembros de la sociedad. Este poder surge de la amenaza de aislamiento con
que la sociedad amenaza a los individuos y gobiernos que desvían su camino, y del miedo al
aislamiento inherente a la naturaleza social del hombre.
En 1970, Brewster Smith hacía una pregunta esencial: "¿Cómo es que la suma de opiniones
individuales determinada por un sondeo se traduce en un poder político tan enorme, con efectos
políticos y sociales?" El control constante de su entorno y la observación de las reacciones de otras
personas, expresadas por sus deseos de hablar o por la tendencia a permanecer callados, crea un
vínculo entre el individuo y la sociedad: no necesitamos una "mentalidad de grupo" como la que
preconizaba el sociólogo inglés McDougall en los anos veinte [18] . Es esta acción recíproca la
que otorga poder a los sentimientos comunes, a los valores comunes y a los objetivos comunes,
acompañados de las amenazas dirigidas a los que se apartan de esos valores y objetivos. El temor
al aislamiento que se experimenta en los casos de desviación se corresponde con la alegría que se
siente al compartir las experiencias de grupo.
Una de las diferencias más importantes que existen entre el concepto racional de opinión pública y
el concepto de opinión pública como control social, llamado también "concepto dinámico socialpsicológico",
estriba en la interpretación de la palabra "pública". Según el concepto demócratateórico
de opinión pública como producto del raciocinio, "público" se considera de acuerdo con el
contenido de los temas de opinión pública, que son los de contenido político. El concepto de
opinión pública como control de la sociedad interpreta el término "público" en el sentido de "ojo
público" [19] : "a la vista de todos", "visible a todos", "coram publico". El ojo público es el
tribunal que enjuicia al gobierno y también a cada individuo.
Los dos conceptos difieren también en la interpretación de la palabra "opinión". De acuerdo con el
concepto demócrata-liberal consiste en primer lugar en una cuestión de opiniones y discusiones,
mientras que el concepto de opinión pública como control de la sociedad tiene aplicaciones mucho
más extensas – de hecho, todo lo que en forma visible exprese una opinión relacionada con los
valores, que puede manifestarse directamente en forma de opiniones, pero también,
indirectamente, en forma de insignias y emblemas, banderas, gestos, peinados, barbas, símbolos
visibles y conductas que reflejan un tipo de moral.
Este concepto puede explicar fenómenos que quedan fuera de la esfera política, como son, por
ejemplo, los del mundo de la moda, según ha reconocido ya, no sólo John Locke, sino también
Sócrates, que entre las leyes no escritas incluyó la manera de atar los cordones de los zapatos.
Los teóricos de la ciencia han seleccionado varios criterios que se emplean para probar la calidad
de los distintos conceptos. He aquí algunos ejemplos:
1. Posibilidad de aplicación práctica.
2. ¿Qué hallazgos explica el concepto? ¿Hasta donde llega su capacidad de aclaración?
3. Grado de complejidad, es decir, tamaño de las áreas que incluye, o número de variables.
4. Compatibilidad con otras teorías.
Valorado con arreglo a estos criterios, el concepto dinámico sociopsicológico de opinión pública
resulta ser superior. En primer lugar, porque puede ensayarse empíricamente. Si se consigue que
se cumplan ciertos requisitos de la teoría [20] , es posible hacer pronósticos validos sobre
conductas individuales (por ejemplo, la tendencia a hablar o a callar) y sobre la distribución de
opiniones en la sociedad – el aumento o disminución de los grupos que sustentan una idea
específica [21] .
En segundo lugar, se trata de un concepto explicativo. La teoría de la espiral del silencio
desemboca en afirmaciones de causa a efecto, es decir, relaciona los fenómenos observables con
otros, afirmando y probando que existen ciertas reglas sociales.
Tercero. El concepto dinámico socio-psicológico de la opinión pública presenta una mayor
complejidad. Enlaza el nivel individual con el social y cubre muchas más áreas, además de la
política.
El concepto dinámico socio-psicológico de la opinión pública encuentra las mayores dificultades,
como ya se dijo, cuando aparece la incompatibilidad con otras teorías. Pero puede adaptarse a los
descubrimientos socio-psicológicos sobre dinámica de grupo [22] y también a las teorías sociopsicológicas
de Erving Goffmann sobre el desconcierto y el desprecio [23] .
Se explica así el poder de esta función latente, esencial para la cohesión de la sociedad. Quizá sea
posible algún día, cuando la investigación social haya avanzado más, reconciliar a los intelectuales
con la presión que ejerce la opinión pública sobre el individuo. Esto convertiría la función latente
de la opinión pública en una función manifiesta. En otras palabras, se la vería como una fuerza
necesaria para la sociedad.
Después de los primeros artículos sobre la teoría de la espiral del silencio en la revista alemana
Publizistik y en la publicación japonesa Studies in Broadcasting, ambas en 1973, seguidos de una
versión condensada que publicó el Journal of Communication americano, los expertos empezaron
a experimentarla [24] .
Es complicada la verificación de la teoría, dado que se basa en cuatro supuestos independientes a
los que hay que añadir un quinto que trata de las relaciones mutuas de los otros cuatro.
He aquí los cuatro supuestos:
1. La sociedad amenaza con el aislamiento al individuo que se desvía.
2. El individuo experimenta un constante miedo al aislamiento.
3. Como consecuencia de este miedo al aislamiento, el individuo intenta captar
continuamente las corrientes de opinión.
4. Los resultados de este cálculo afectan al comportamiento en público, especialmente en lo
que respecta a la expresión abierta o al ocultamiento de las opiniones.
El quinto supuesto es que los anteriores están relacionados entre sí; por lo tanto, proporciona una
explicación de la formación, mantenimiento y alteraciones de la opinión pública. Para ensayar la
teoría hay que abordar en primer lugar cada uno de los cuatro supuestos y pasar después a los
casos de estudio, lo cual posibilita el examen de las relaciones que plantea el quinto supuesto en
cuanto se refiere a la opinión pública.
Desgraciadamente, la teoría de la espiral del silencio se ha simplificado excesivamente desde el
principio, produciéndose así muchas malas interpretaciones.
La teoría de la espiral del silencio se basa en el supuesto de que los medios de comunicación de
masas representan la fuente más importante de observación de su entorno con que cuenta el
individuo para enterarse de cuáles son las opiniones que encuentran la aprobación de la sociedad y
cuáles las que conducen al aislamiento. Pero incluso en el primer ensayo sobre la espiral del
silencio publicada en América en versión muy resumida por el Journal of Communication, apenas
se mencionaba el papel que desempeñan los medios de comunicación en la formación de la
opinión pública. Este trabajo, que data de 1979, tiene probablemente la culpa de la excesiva
simplificación de la teoría, al afirmar que los partidarios del partido numéricamente más fuerte
gritan sin miedo, mientras que los del bando más débil permanecen en silencio. Esta versión
simplificada es muy corriente, pero totalmente equivocada.
Con el fin de poner en claro los malentendidos y el exceso de simplificación surgidos en torno a la
teoría de la espiral del silencio, se ha de tener en cuenta la marcada aversión de los sociólogos a
ocuparse de los efectos de los medios de comunicación. En un análisis de contenidos de cuatro
revistas de ciencias sociales alemanas y dos inglesas, se pone de relieve que de 2.640 artículos
publicados entre 1970 y 1984, menos del uno por ciento trataba de los efectos de los mass media.
Y teniendo en cuenta que los alemanes se encuentran hoy día expuestos a los mass medía durante
un promedio de cinco o seis horas diarias, cuesta trabajo comprender cómo sus efectos constituyen
un objeto de investigación tan olvidado. Da la sensación de que se trata de un tabú.
Podría explicarse así la razón de que desde las primeras publicaciones sobre la espiral del silencio
aparecidas en los años setenta, hasta hoy, el efecto de los medios se ha excluido prácticamente
como factor de prueba de la espiral del silencio. Al mismo tiempo, el motivo principal de tanto
trabajo para aclarar la naturaleza de la opinión pública era la necesidad de entender los efectos de
los mass media. En la conferencia inaugural de 1965, citada ya anteriormente, planteé esta
cuestión: "¿Cómo podemos estudiar la influencia de los mass media sobre la formación de la
opinión pública si apenas sabemos algo de ella? [25] [26] .
Según la teoría de la espiral del silencio, el hecho de que alguien hable fuerte o se quede callado,
por lo que respecta a la opinión pública depende de la observación de cuáles son las ideas sobre
temas conflictivos que son bien recibidas y cuáles dan lugar al aislamiento, y en especial, qué
bando es el que está cada vez más fuerte y cuál el que pierde puntos. La gente basa
fundamentalmente sus conclusiones en las impresiones recibidas de los medios de comunicación.
Por ejemplo, hasta qué punto se ocupan los medios de un asunto determinado (función de
selección de temas) y qué hechos, argumentos y valoraciones entran en el proceso.
En la lucha por la opinión pública, el silencio es un arma importante. Hay personas y
acontecimientos de los que no se dice nada. Hay personas y hechos cuyos aspectos positivos no se
mencionan, mientras se realzan los negativos. Tenemos incontables ejemplos de esta conducta
informativa, derivados de encuestas y análisis de contenidos de los medios, que han de estudiarse
conjuntamente.
Durante largo tiempo, la distinción entre información y opinión ha venido siendo un principio
fundamental del periodismo, con el fin de evitar una influencia partidista por parte de los mass
media, Pero ahora vemos que no son los artículos de opinión los que parecen tener mayor
influencia sobre el público, sino la selección de noticias. ¿Qué es lo que se publica como noticia y
qué es lo que no se publica? ¿Qué acontecimientos, personas y valoraciones se omiten y son, por
tanto, objeto de un bloqueo informativo?
Basándonos en los sondeos realizados, podemos demostrar que las ideas sobre el entorno – lo que
es importante, lo que es bueno, lo que es peligroso, lo que va para arriba y lo que va para abajo –
están influidas decisivamente por las opiniones de los periodistas creadores de opinión y por el
contenido de los medios igualmente creadores de opinión. Por lo que respecta a las cuestiones
especialmente controvertidas, los sondeos demuestran que la gente que ve mucha televisión tiene
una noción de los hechos y de las personas, y de su importancia, distinta a la de la gente que no ve
apenas la televisión. Es lo que llamamos "doble clima de opinión” [27] .
Los medios creadores de opinión influyen en que la gente hable o se quede callada, de dos
maneras distintas:.
Primera. Las personas son más valientes para apoyar públicamente la opinión dominante en los
medios creadores de opinión. Nadie teme el riesgo de aislamiento público si sostiene una opinión
predominante en los medios, porque los medios son públicos, Esto es una realidad,
independientemente de que una opinión sea compartida por la mayoría de la población o
solamente por una pequeña minoría. La expresión "mayoría silenciosa" se viene empleando desde
los primeros años de la década de los setenta. El término se adjudicó la primera vez al presidente
Nixon y al vicepresidente Agnew.
La mayoría silenciosa aparece cada vez que la mayor parte de la población adopta una postura y
sabe que la mayoría comparte esa opinión, pero al mismo tiempo se da cuenta de que los medios
están de la otra parte. Uno de los capítulos de la segunda edición alemana de The Spiral of Silence
(1989) lleva por título "La mayoría silenciosa no contradice la espiral del silencio". Dondequiera
que los medios creadores de opinión adoptan un punto de vista opuesto al de la mayoría de la
población, la minoría se hace oír fuertemente y sin temor a sufrir ningún tipo de aislamiento,
mientras la mayoría permanece en silencio. Lo cual demuestra claramente por qué no puede
eliminarse el contenido de los medios como factor importante a la hora de ensayar la teoría de la
espiral del silencio.
Existe otra razón por la que la gente que tiene a su favor a los medios habla fuerte en público. Se
trata de la "función unificadora de los medios". Los medios proveen al público de palabras y
razones. La idea que en los medios recibe un trato especial, puede expresarse muy fácilmente en
una conversación, ya que muchas de las palabras, expresiones, razones y elementos retóricos, se
obtienen de los medios.
Me gustaría terminar con un tema que no he tocado apenas hasta ahora: la opinión pública en una
dictadura.
Muchos sociólogos, investigadores de la comunicación y graduados en ciencias políticas afirman
que en una dictadura no hay opinión pública.
Es cierto, si se considera la opinión pública solamente a la luz de su función manifiesta: como un
discurso racional protagonizado por ciudadanos responsables e informados, cuyo objetivo es la
formación de la opinión y la toma de decisiones en una democracia. La opinión pública en el
sentido de "raisonnement" (raciocinio) no existe, de hecho, en una dictadura.
Pero la opinión pública sí existe en su función latente – observación constante: ¿qué piensa la
mayoría?, ¿qué opiniones están en alza?, ¿cuáles están en descenso? – incluso en una dictadura.
Los dictadores usurpan el elemento público; usurpan el tribunal integrado por el público, el ojo del
público, que en una sociedad libre juzga tanto al gobierno como a los miembros de la sociedad,
otorgando su aprobación o su rechazo, y estableciendo reputaciones. Controlan al público
imponiendo la censura a los medios y controlando cualquier conducta en público que exprese una
opinión, tanto si es para aprobar como si es para protestar. A los gobernantes de un país totalitario
les gustaría controlar todos los lugares públicos; cafés y restaurantes, por ejemplo. Esto explica
por qué los ciudadanos de la Unión Soviética tenían que beberse su cerveza en un quiosco, por
mucho frío que hiciera, en vez de hacerlo en un lugar cerrado.
En una dictadura, los periodistas encuentran la manera de expresar su aprobación o su rechazo,
permitiendo a sus lectores, radioyentes y telespectadores disponer de una información, entre
líneas, sobre los hechos más importantes y las personas de mayor relieve. Y los ciudadanos
observan atentamente cualquier indicación pública de aprobación o de rechazo, incluso en los
chistes.
Hace unos años, en 1988, el Journal of Communication publicó un ensayo de Hernando González
titulado "Mass Media and the Spiral of Silence: The Philippines from Marco to Aquino" [28] . El
autor afirmaba que Marcos había sido derrocado al fin, a pesar de la acumulación, la consonancia
y el efecto de ojo público, las tres condiciones que, según adelanté a principios de los anos 70,
eran esenciales para que los medios de comunicación de masas tuvieran un efecto potente [29] .
La verdad es que mi análisis de los efectos de los medios se refería a las sociedades con libertad de
prensa, es decir, a las sociedades democráticas. La usurpación de los mass media por los
dictadores, que es lo que Marcos intentó hacer, no les protege frente al derrocamiento, porque no
se puede despojar a la opinión pública de su función latente. Cuando la gente está en contra de un
dictador, se comunican en ese sentido con gran sutileza, empleando signos que el dictador no tiene
forma de controlar; saben cuándo son lo suficientemente fuertes para librarse del que los gobierna,
Pero estos procesos solamente pueden entenderse con la ayuda de un concepto de opinión pública
establecido científicamente y respaldado por la investigación empírica.
[1] Jürgen Habermas, Strukturwandel der Offentlichkeit: Untersuchungen zu einer Kategorie der
bürgerlcihen Gesellschaft, Neuwied, 1962, p. 13.
[2] Jean Jacques Rousseau, "The Social Contract" (l792), in Political Writings, editado y traducido
por Frederick Watkins, Londres, Nelson., 1953, p. 58.
[3] David Hume, Essays Moral, Political and Literary (1741/42), Londres, Oxford University
Press, l963, p. 29.
[4] Elisabeth Noelle-Neumann, The Spiral of Silence-Our Social Skin, Chicago y Londres, The
University of Chicago Press, 1984; una nueva versión revisada y ampliada aparecerá en 1993.
[5] Mihaly Csíkszentmihalyi, "Offentliche Meinung und die Psychologie der Einsamkeit", in
Jürgen Wilke, ed., Offentliche Meinung-Theorie, Methoden, Befunde, Beitrage zu Ehren von
Elisabeth Noelle-Neumann (Alber Broschur Kommunikation), Friburgo, Karl Alber, 1992, pp. 31-
40.
[6] W. Phillips Davison, “Public Opinion: Introduction”, in David L. Sills, ed., International
Ecyclopedia of the Social Sciences, vol. 13, Nueva York, Macmillan Co & Free Press, 1968, pp.
188-97.
[7] Harwood Childs, Public Opinion: Nature, Formation and Role, Princeton/Toronto/Nueva
York/Londres, D. van Nostrand Comp., 1965, pp. 14-26.
[8] James R. Beniger, "Toward and Old New Paradigm. The Half-Century Flirtation with Mass
society", en Public Opinion Quarterly, H, 1980, pp. 445-461.
[9] Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure: Toward the Codification of Theory and
Research, Nueva York, The Free Press, (1949), l957, 1968.
[10] International Journal of Public Opinion Research, Oxford University Press, vol. H, no. 3,
l992, pp. 203-255.
[11] John Locke, An Essay Concerning Human Understanding (1690). Edición critica-histórica.
Ed. Alexander Campbell Fraser, Oxford, Clarendon Press, 1984.
[12] Brewster Smith, "Some Psychological Perspectives on the Theory of Public Opinion”, Public
Opinion Quarterly, vol. 34, 1970, p. 454.
[13] Paul Lazarsfeld, Bernard Berelson and Hazel Gaudet, The People's Choice: How the Voter
Makes Up His Mind m a Presidential Campaign, Nueva York, Columbia University Press, (1944),
1948, 1968, pp. 105-107.
[14] Elisabeth Noelle-Neumann, "Return to the Concept of Powerful Mass Media", en Studies of
Broadcasting, no. 9 (March 1973), pp. 67-112.
[15] Elisabeth Noelle-Neumann, "The Theory of Public Opinion: The Concept of the Spiral of
Silence", en James A. Anderson, ed., Communication Yearbook l9, Newbury Park Sage, 1991, pp.
256-287.
[16] Robert K. Merton, "Unanticipated Consequences and Kindred Sociological Ideas: A Personal
Gloss", en L'Opera di R. K. Merton e la Sociología Contemporánea, ed Carlo Mongardini y
Simonetta Tabboni, Associazione Italiana di Sociologia, Génova, Edizioni Culturali
Internazionali, 1989.
[17] Jürgen Habermas, op. cit.
[18] William McDougall, The Group Mind, Cambridge, At the University Press, 1920/1921.
[19] Edmund Burke, An Appeal from the New to the Old Whigs (1791), en The Works of the Right
Honourable Edmund Burke, vol. 6, Londres, impreso por C. and J. Rivington, 1826.
[20] por ejemplo, topicality, el componente moral o estético, y la posición de los mass media.
[21] Ver: Elisabeth Noelle-Newman, "The Theory of Public Opinion: The Concept of the Spiral of
Silence", op. cit.
[22] Muzafer Sherif, The Psychology of Social Norms, Nueva York, 19.3ó; Solomon E. Asch,
"Effects af Group Pressure Upon the Modification and Distortion of Judgments", en H. Guetzkow,
ed., Groups, Leadership and Men, Pittsburgh, 19Ó1, reimpreso en Darwin Cartwright y Alvin
Zander, eds., Group Dynamics: Research and Theory, Evanston, Nueva York, 1953.
[23] Erving Goffmann, "Embarrassment and Social Organization", en The American Journal of
Sociology, vol. 62, 1956, pp. 264-27l.
[24] Elisabeth Noelle-Neumann, "Kumulation, Konsonanz und Offentlichkeitseffekt. Ein neuer
Ansatz zur Analyse der Wirkung der Massenmedien", en Pubhzistik, vol. 18, no. I, 1973, pp. 26-
55; “Return to the Concept of Powerful Mass Media", op. cit.; "The Spiral of Silence: A Theory of
Public Opinion", en Journal of Communication, vol. 24, no. 2, 1974.
[25] Max Kaase, "Massenkommunikation und politischer Prozeβ", en Max Kaase, ed., Politische
Wissenschaft und politische Ordnung. Analisen zur theorie und Empire demokratischer
Regierungsweise. Festschrif[ zum 65. Geburtstag aon Rudolf Wildermann, Opladen,
Westdeutscher Verlag, 1986, pp. 357-374, esp. p. 360.
[26] Elisaheth Noelle-Neumann, "Offentliche Meinung und Soziale Kontrolle", Recht und Staat,
no. 329 Tubinga, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1966.
[27] Elisabeth Noelle-Newman, "The Dual Climate of Opinion: The Influence of Television in the
1976 West German Federal Election", en Elections and Parties, ed. Max Kaase and Kalus von
Beyme, German Political Studies, vol. 3, Beverly Hills, Sage Publications, 1978, pp. 137-169.
[28] Hernando Gonzalez, “mass Media and the Spiral of Silence: The Philippines from Marcos to
Aquino", en Journal of Communication, vol..38, no. 4, 1988, pp. 33-48.
[29] Elisabeth Noelle-Neumann. “Kumulation, Konsonanz und Offentlichkeitseffekt”, op. cit.;
“Return to the Concept of the Powerful Mass Media", op. cit.
 
 
 
 
105
Perspectivas teóricas
sobre la opinión pública:
Habermas y Noelle-
Neumann
Jesús Leticia Mendoza Pérez
Universidad de Colima
Resumen
El objetivo de este trabajo es contrastar las teorías sobre la opinión
pública de Habermas y Noelle-Neumann; por lo tanto, se
utiliza el método comparativo. Los resultados son: Habermas es
más racionalista que Noelle-Neumann, quien es más sensible; él
se enfoca en la opinión pública relacionada al poder de acuerdo
con la democracia ilustrada, la cual ha sufrido muchos cambios
en la interacción comunicativa y discursiva. En oposición, ella se
interesa en el comportamiento de los individuos al momento de
expresar su opinión, cuando ellos se sienten a salvo de cualquier
amenaza social.
Palabras clave
Opinión pública, Jürgen Habermas, Elisabeth Noelle-Neumann.
106 Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
Theoretical
perspectives about
the public opinion:
Habermas &
Noelle-Neumann
Abstract
The aim of this work is to distinguish the similarities and differences
between Habermas and Noelle-Neumann’s theoretical perspectives
about the public opinion; therefore, the comparative method is used.
The results are: Habermas is more rationalist than Noelle-Neumann
who is more sensitive; he is focused on the public opinion related to
power in accordance to the illustrated democracy, but which has
suffered many changes in the communicative and deliberative interaction.
At the contrary, she is interested in the individuals’ behavior
at the moment of expressing their opinions when they feel safe of
any social threatening.
Key words
Public opinion, Jürgen Habermas, Elisabeth Noelle-Neumann.
Toda gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
107
Introducción
El ágora fue el espacio público por excelencia
en la Grecia clásica. Ahí debatían
los ciudadanos libres sobre los asuntos
relevantes de la polis ateniense. Los sofistas
enseñaban a sus alumnos a persuadir
por medio de la retórica —arte
de probar y refutar— según la ley de
los juicios contradictorios de Protágoras,
en donde pueden darse dos proposiciones
para cada cuestión en pugna
(Larroyo, 1987: xvii). Sócrates, a través de
su método mayéutico, buscaba obtener
conocimientos universalmente válidos
y definir conceptos. Tanto sofistas como
socráticos acudían a la plaza pública para
recibir la instrucción y también para discutir.
Platón, uno de los alumnos brillantes
de Sócrates, estimaba que la opinión
subjetiva e individual (doxa) es el punto
medio entre la ignorancia y el conocimiento
(epistémee); ignorancia, opinión
y conocimiento relativos a cuestiones
de competencia democrática. Así, la
opinión pública fue un elemento axial
en la democracia primigenia.
El presente trabajo tiene por objetivo
contrastar las teorías sobre la opinión
pública de dos pensadores
alemanes de la primera mitad del
siglo xx: Jürgen Habermas y Elisa-
Rude Calderón
108 Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
beth Noelle-Neumann para establecer las características identitarias
en la teoría de cada uno. ¿Qué significa para ellos el término
“opinión pública”? ¿Cómo determinan la participación de
sus elementos, a saber: el sujeto, el objeto y el ámbito? ¿Cómo se
transmite? ¿Cuál debe ser su función en las democracias actuales?
¿Cuáles son las semejanzas o diferencias entre las nociones
conceptuales de estos filósofos? A través del método comparativo
se responden estas preguntas, examinando algunos estudios
acerca de las teorías de Habermas y Noelle-Neumann, así como
textos de ambos.
Desarrollo
Muchas son las investigaciones acerca de la definición de “opinión
pública”. A lo largo del tiempo, se han externado diversos
presupuestos para entenderla y diferentes interpretaciones discordantes,
entre definiciones generales y específicas; el grado de
amplitud o estrechez según el elemento predominante —sujetoobjeto-
ámbito—, en donde el sujeto es el individuo que opina,
el objeto es el tema del cual se opina, y el ámbito es el lugar del
debate; las líneas explicativas del concepto como sustancia de la
democracia, voz moral o conjunto de preferencias (Freidenberg,
et al.). Sin embargo, no se ha logrado una descripción puntual
del mismo conforme a las enseñanzas de Aristóteles en cuanto a
precisar el género próximo y la diferencia específica para llegar a
la esencia de un objeto: “La definición debe ser la noción de un
objeto uno, puesto que esencia significa, como hemos dicho, un
ser determinado” (Aristóteles, 1994: 168). ¿Cuáles son los pensamientos
de Jürgen Habermas y Elisabeth Noelle-Neumann sobre
la opinión pública?
Jürgen Habermas nace en Düseldorf, Alemania, en 1929. Es filósofo,
sociólogo, psicólogo y estudioso de la literatura alemana,
interesado en la acción comunicativa y la importancia del discurso,
elemento fundamental en los Estados democráticos, con especial
énfasis en la opinión pública. La noción de “opinión pública”
se compone de dos términos y, por lo tanto, cada uno tiene su
Toda gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
109
propio sentido. De acuerdo con Habermas (Price, 1994), la palabra
“opinión” tenía —antes del Siglo de las Luces— tres sentidos:
uno epistemológico para distinguir entre un juicio de valor y otro
de hecho; otro para diferenciar entre algo cierto o incierto, ya sea
por medio de la demostración o la fe; y un tercero peyorativo, el
cual califica de inferior a la opinión común o del vulgo. El vocablo
“público” es portador de varios sentidos; en su uso inicial, se
derivaba de “pueblo” como acceso al público en general o lugar
público, una propiedad abierta en el sentido de apertura o disponibilidad
para toda persona; después, su referencia fue el Estado,
una “entidad que tenía existencia objetiva sobre y en contra de la
persona del gobernante” (Habermas, citado en Price, 1994: 23).
La expresión “opinión pública” adquiere el rango teórico en
la filosofía política al describir la práctica política de la burguesía
emergente a finales del siglo xvii y en el siglo xviii (Aguilar, 1982).
Aparece a partir del siglo xviii, según Habermas, cuando el público
letrado de la burguesía robustecida debate en oposición a la
monarquía absoluta aspirando a la igualdad civil y política. Hay
una autoafirmación pública al intercambiar información de manera
razonada y crítica en cuanto a asuntos políticos; son debates
públicos abiertos, soberanos e igualitarios para establecer la
voluntad común, el asentimiento, apoyándose más en las ideas
que en la fuerza política. Los burgueses apelan a un principio de
legitimidad para presionar al absolutismo, indicando “lo público
como un constructo político e ideológico sin ningún referente
sociológico claro” (Price, 1994: 28). La naturaleza de lo público es
definida posteriormente por los sociólogos como un colectivo
social, o modelo “clásico” de la opinión pública. No obstante, Habermas
sostiene que los mecanismos de formación de consenso
político —encuestas regulares y campañas de elección popular—
no promueven este tipo de opinión en las naciones democráticas
modernas.
En el libro La opinión pública en Habermas (2001), Margarita
Boladeras explica de manera clara el pensamiento habermasiano:
la opinión pública tiene implicaciones y sentidos diversos,
aunque no claros ni obvios; surgen en un espacio público ilimi110
Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
tado debido a la multiplicidad de intercambios sociales en su
interior relacionados, sobre todo, a la dinámica del poder y de
los procesos políticos; es pieza clave en la propuesta de política
deliberativa para superar déficits democráticos de los Estados
contemporáneos. En el espacio público es en donde surge la opinión
pública, la cual puede ser manipulada y deformada, pero su
importancia recae en ser eje de cohesión social y soporte de la
legitimación o no para la política. Además, todo depende de la
actividad dentro de ese espacio para permitir las libertades individuales
y políticas; es la dinámica de lo público formado por
cualquier grupo de diálogo, de todo tipo de público —distintas
personas— con intereses comunes, y tratando cuestiones varias.
Es un espacio ciudadano, civil y no de un determinado sistema
o estructura social en donde la política (praxis del estado) es un
tema importante, pero no el único.
El Estado rige en calidad de poder “público”, con la tarea de
cuidar el bien general de todos los sujetos de derecho. Por tanto,
la función de la opinión pública reside en la crítica y control
de los ciudadanos a través del ejercicio informal o formal, durante
las elecciones, frente al dominio estatalmente organizado.
Esto se da a través de la discursividad razonada de las personas,
fundamentada en la libertad de pensamiento, la expresión de
opiniones y la difusión de ideas; en la igualdad ante la ley, la no
discriminación, y las libertades de asociación y movimiento. El
problema durante el siglo xx, manifiesta Habermas, radica en los
intereses de ciertos sectores privados que influyen en funciones
y decisiones políticas, y viceversa, pues lo público se ha privatizado
y lo privado se ha politizado; por tal razón, es necesaria una
publicidad crítica de la sociedad civil actuando de contrapeso
básico ante las formas de presión y coacción del poder.
En su texto Facticidad y validez (1998), Habermas propone el
concepto de espacio de opinión pública en dos fases: explicativa
y normativa. Este espacio tiene horizontes abiertos, porosos y es
intercambiable por la red comunicativa de contenidos y posturas,
u opiniones filtradas y resumidas como opiniones públicas
en torno a temas determinados; los ciudadanos son los portadoToda
gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
111
res de este espacio público en donde se externan problemas diversos
de su vida privada por medio de la interacción comunicativa
de la cual resultan argumentos, influencias y opiniones. Si la
opinión pública se manipula o instrumentaliza, puede perderse
la realidad propia de los individuos, su sentido e interdependencia
en el mundo simbólico que comparten. Por eso, este espacio
es el motor de la política democrática en un sentido real empírico
y en un sentido normativo, modelo de política deliberativa de
Habermas en el cual la “soberanía popular” (libre formación de
opinión y voluntad común) sería el punto central para legitimar
las prácticas y decisiones políticas.
No se tiene un estudio global de la incidencia de los medios
masivos de comunicación que distorsionan la realidad, pues en
muchas ocasiones están al servicio de intereses de grupos poderosos
económica y socialmente. Así, según Habermas, la opinión
pública ya no es el consenso general, sino ahora se introduce “la
regla de la mayoría” en los procesos electorales del pluralismo
competitivo de partidos, o bien, la concertación secreta y particularista
entre las organizaciones del capital y del trabajo con el
Estado, bajo el arbitraje de éste. Mayoría electoral y arreglo corporativo
particularista han acabado con la idea original de opinión
pública, vinculación directa entre ésta y la decisión política
(Aguilar, 1982).
En su texto Historia y crítica de la opinión pública (1981), el propio
Habermas escribe sobre la noción de opinión pública, que
fue base para análisis posteriores; ésta, señala, es una cuestión de
las ciencias sociales en cuanto a su definición y límites, debido a
sus aristas antitéticas: a) La notoriedad pública, relacionada con
la esfera pública, los espacios y las instituciones sociales, esto es,
la racionalidad formal del sistema. b) La receptividad, relacionada
con lo privado, lo individual y, por tanto, no público; es decir, la
racionalidad sustantiva de la vida cotidiana individual. Con estas
dos formas opuestas, pero en juego persistente, Habermas propone
un modelo en dos sentidos: uno interno en donde actúan
los sujetos en sociedad, y el otro externo o estructura sistémica o
112 Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
de las instituciones públicas; ambos aspectos dan por resultado
el estado de derecho.
Habermas es prosélito del modelo democrático de Estado
surgido de las ideas ilustradas, y por eso presupone como principio
de éste a la opinión pública; sin embargo, es difícil identificarla
en el comportamiento real: “Sin la sustitución de la opinión
pública como origen de toda autoridad […] falta a la democracia
moderna la sustancia de su propia verdad” (p. 262). Por tal motivo,
resalta la necesidad de reconceptualizarla, pues en la ideología
liberal se forma la opinión a partir del raciocinio individual, de
la discusión racional; en cambio, en el pensamiento institucional:
“La opinión no pública sólo adquiere credenciales de opinión pública
en la elaboración que de ella hacen los partidos” (p. 264).
No obstante, la opinión pública se vislumbra en la imposición
subjetiva de un grupo sobre los miembros de otros grupos
dentro de las democracias modernas. Ahora bien, otra forma de
acercarse a este concepto es cuando se entiende la estructura de
la publicidad y su influencia en el desarrollo de la sociedad, ya
que se produce en la mezcla de los ámbitos comunicativos de lo
público y lo privado, analizados bajo la óptica de la notoriedad
pública crítica: cuál es la información recibida por el individuo,
cuál es su fuente, cuál es la frecuencia en que se expone a la información,
cómo la codifica e interpreta.
Elisabeth Noelle-Neumann nace en Berlín, Alemania, en 1916.
Es filósofa, historiadora y periodista, dedicada al área profesional
de las ciencias políticas e interesada principalmente en la opinión
pública, objeto de investigación para obtener el doctorado
en 1940. Ella formula un modelo para explicar la influencia de la
opinión pública sobre los individuos, en sus opiniones y acciones,
al cual denomina La espiral del silencio (Noelle, 1995):
Expresar la opinión contraria, o actuar en público de
acuerdo a ella, presenta el peligro de aislamiento. En otras palabras,
se puede describir a la opinión pública como la opinión
dominante que obliga a la obediencia de actitud y comportamiento,
amenazando al individuo disidente con el aislamiento y
al político con la pérdida del apoyo popular (p. 10).
Toda gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
113
Esta cita textual sintetiza el modelo de Noelle-Neumann en
la conducta y actuar de los individuos ante un asunto común,
pero polémico. No siempre se pueden declarar de manera abierta
las convicciones personales o lo que se piensa, por el posible
enfrentamiento con otros integrantes del grupo específico de interacción.
Flavia Freidenberg, Orlando D’Adamo y Virginia García Beaudoux
en su artículo “Opinión pública, o abriendo la caja de Pandora
de las definiciones” califican de estrechas o específicas las
explicaciones de Noelle-Neumann al respecto, pues en ellas se
implica una valoración de aprobación o desaprobación según el
temor de los posibles opinantes a ser aislados por sus opiniones;
además, dicen, no hay diferenciación entre clases de opiniones ni
tema de referencia, o tipo de sujeto emisor de las mismas. Estas
definiciones son: a) Es la “aprobación o desaprobación de opiniones
y comportamientos observables públicamente”, y b) Es el
“conjunto de opiniones sobre asuntos controvertidos que pueden
expresarse en público sin quedarse aislados” (p. 3). Asimismo,
una definición es filosófica y la otra operativa; es filosófica en
sentido ético, cuando adquiere el papel de voz moral o elemento
valorativo como presión en el proceder de los individuos, quienes
sienten temor a la vergüenza pública y al aislamiento, preservando
el orden y cierto consenso en los valores sociales; de esta
manera, también se cumple la parte operativa.
Noelle-Neumann reflexiona en la imposibilidad de definir a la
opinión pública en forma clara y simple, pues ni filósofos, juristas,
historiadores, teóricos de la política o periodistas han podido
formularla, según menciona Vincent Price (1994); esto se debe a
su origen en los modales, la moral y las costumbres. Los inventores
y difusores de esta expresión son los franceses ilustrados;
Rousseau la aplica por primera vez en su frase “la opinión pública”
(L’opinion publique) hacia 1744, en cuanto a las costumbres y
maneras sociales del momento. En 1780, su uso es más político
que social, asociado a la “voluntad común” (bien public), espíritu
público (esprit public), conciencia pública (conscience publique)
y otros (Price, 1994: 24). Noelle-Neumann reafirma la preocupa114
Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
ción de Alexis de Tocqueville —siglo xix— al profetizar el dominio
de la mayoría sobre la minoría, confinándola a callar; ella le llama
“la espiral de silencio”.
La “espiral del silencio” fue una teoría difícil de defender,
porque no armonizaba en el ideal democrático, el cual pretende
ciudadanos informados, responsables y, por tanto, sin temor del
individuo o del gobierno hacia la opinión pública; además, los
temas tratados en la democracia no son de naturaleza socio-psicológica
ni menos vinculados a la moral, tal como lo estipula esta
teoría. Ésta se pudo fundamentar a través de varios experimentos
y estudios de caso para predecir la actuación de los encuestados
sobre asuntos polémicos, y demostrar así la disposición de la
gente a emitir su opinión cuando siente que la mayoría comparte
la misma opinión, o guardar silencio si se percata de lo adverso.
Señala Noelle-Neumann (1995):
La causa de la transformación de la suma de las opiniones
individuales en opinión pública es la continua interacción
entre las personas debida a su naturaleza social. La amenaza de
aislamiento, el miedo al aislamiento, la continua observación del
clima de opinión y la evaluación de la fuerza o de la debilidad
relativas de los diferentes puntos de vista determina si la gente
expresa sus opiniones o permanece callada (p. 278).
La función de la opinión pública, de acuerdo con Noelle-
Neumann, posee un componente moral o estético y, por tanto,
la “espiral del silencio” corresponde a fenómenos observables entre
los individuos relativos a normas sociales; asimismo, contiene
un poder explicativo complejo al enlazar los niveles individual
y social, incluyendo varios campos: político, social y psicológico,
entre otros. Su función principal, cuando es aprobada, es servir
de cohesión social.
¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre Habermas y
Noelle-Neumann? En primer lugar, son pensadores alemanes nacidos
a principios del siglo xx. Los dos coinciden en la importancia
de la opinión pública en las ciencias políticas y, en particular,
Toda gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
115
en los regímenes democráticos. Las ideas de los filósofos ilustrados
son, para ambos, la aportación principal, al proporcionar las
bases para el liberalismo —corriente ideológica cuyos resultados
fueron la democracia moderna y el capitalismo de la burguesía
ya afianzada—: “La democracia presupone la igualdad de los
hombres y su derecho igualitario tanto a ejercer la soberanía popular
como a alcanzar los fines que, de acuerdo con los conceptos
esenciales de la filosofía liberal, tiene
el hombre” (Montenegro, 1982: 62), y estos
derechos se sintetizan en el lema
“libertad, igualdad y fraternidad” de
la Revolución Francesa.
La comparación entre las teorías
antes expuestas muestra la primera
diferencia entre estos pensa- dores.
La definición de Habermas es amplia, se- ñ a l a
que la opinión pública tiene sentidos y di- versas
implicaciones vinculadas a la dinámi- ca del
poder, en un espacio público ilimita- do por
un grupo o grupos de diálogo —dis- t i nt a s
personas— quienes comparten inte- r e s e s ,
si bien de materias variadas. En cambio,
la definición de Noelle-Neumann
es específica; para ella, la opinión pública
es la aprobación o desaprobación
de opiniones y conductas observables
sobre cuestiones controvertidas, pero posibles
de mencionar en público sin causar
recelos.
En cuanto a los elementos formativos de
la opinión pública, para Habermas, los sujetos
emisores de opinión son todos los ciudadanos
que —de manera razonada— debaten
algún asunto, principalmente, político.
Para Noelle-Neumann,
Francisco Curiel Quintero
116 Interpretextos
6-7/Otoño de 2011
quienes emiten su opinión son los individuos seguros de que la
misma se ajusta a la opinión mayoritaria y por eso no serán aislados,
como sería en el caso de oponerse. El tema u objeto del
debate público, señala Habermas, versa acerca de la actuación
de los gobernantes en su actividad administrativa y política; en
la teoría de Noelle-Neumann, puede ser cualquiera de interés
común y, en especial, de asuntos polémicos no sólo concernientes
a la política. El ámbito, para Habermas, debe ser un espacio
ciudadano, civil en estados democráticos, pues en los gobiernos
totalitarios no existe la opinión pública. Noelle-Neumann acepta
esta idea, pues en un sistema dictatorial todos los opositores al
mismo entrarían en la “espiral del silencio”, esto es, no podrían
opinar. Los medios de comunicación sirven para configurar la
opinión de los individuos, dice Noelle-Neumann, pero de igual
manera el medio ambiente, ya que el primer paso es observar a
los prójimos en sus comentarios acerca de una materia determinada;
en Habermas, el discurso debe ser reflexionado, bien argumentado
para debatir en público y lograr el consenso, parecido a
sus inicios durante el Siglo de las Luces.
Para Habermas, la opinión pública tiene la función de criticar
y vigilar al dominio estatal por parte de los ciudadanos, ya sea de
manera informal (debates públicos o medios de comunicación)
o de manera formal (en épocas de elecciones), para obtener la
igualdad civil y política de los ideales democráticos. En cambio,
según Noelle-Neumann, es más una voz moral con el fin de refrenar
el comportamiento de los ciudadanos, así como el actuar de
los gobernantes, en el anhelo de alcanzar la cohesión social.
Toda gente
Perspectivas teóricas sobre... Jesús Leticia Mendoza Pérez
117
Conclusión
Jürgen Habermas y Elisabeth Noelle-Neumann son filósofos políticos
que han sido testigos y participantes de experiencias de
guerra, movimientos sociales y transformaciones en el modo de
vida, por el lugar y la época de su nacimiento. La teoría de Habermas
es un tanto fría, porque la racionalidad se demuestra en
forma palmaria; se enfoca a la opinión pública en relación con el
poder hacia la reproducción de una democracia ilustrada, la cual
ha sufrido cambios radicales desde los movimientos sociales de
ideología marxista, el neocapitalismo, la globalización, así como
un avance revolucionario en la tecnología y los medios de comunicación
masiva, dando por resultado una estructura de la opinión
pública muy diferente en cuanto a los sujetos, los temas y el
ámbito al estilo ilustrado, en donde la interacción comunicativa y
deliberativa era más directa.
En oposición, la teoría de Noelle-Neumann es más sensible.
Ella valora el comportamiento de los seres humanos en lo social,
político, psicológico y, en especial, ético. La reacción humana, por
su naturaleza social, tiende a buscar la seguridad en su ambiente,
por ello, los individuos observan los eventos a su alrededor en
cuanto a las opiniones sobre un asunto en particular para poder
emitir las suyas, sin el temor de ser censurados, mal vistos o amenazados
con el aislamiento. En la actualidad, internet y las redes
sociales son medios comunicativos útiles en la “espiral del silencio”,
porque los sujetos pueden opinar desde el anonimato con
respecto a cualquier asunto, permitiendo a aquéllos que están a
favor se sumen y difundan el mensaje, y quienes están en contra
permanezcan en silencio, cortando así la cadena.
118
Referencias bibliográficas
Aguilar Villanueva, L. F. (1987, oct-dic). Una reconstrucción del concepto de
opinión pública. En: Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.
No.130. México: Unam.
Aristóteles (1994). Metafísica. México: Espasa-Calpe Mexicana (Austral, 399).
Boladeras Cucurella, Margarita (2001). La opinión pública en Habermas. En:
Análisis (26). Barcelona: Universitat de Barcelona-Facultat de Filosofia, pp.
51-70.
Freidenberg, F.; D’Adamo, O. y Beaudoux, V. Opinión pública, o abriendo la caja
de Pandora de las definiciones. En: Ecuador Debate. No. 46, pp. 1-10.
Habermas, J. (1981). Sobre el concepto de opinión pública. En: Historia y crítica
de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gilli, pp. 261-274.
Larroyo, F. (1987). Estudio introductivo, preámbulos a los tratados y notas al
texto. En: Tratados de Lógica (8ª. ed.), Aristóteles. México: Porrúa (Sepan
Cuántos…124), xi-liv.
Montenegro, W. (1982). Introducción a las doctrinas político-económicas. México:
Fce (Breviarios, 122).
Noelle-Neumann, E. (1995). Hacia una teoría de la opinión pública. En: La espiral
del silencio. Barcelona: Paidós Comunicación.
Price, V. (1994). Problemas de opinión pública. En: Opinión pública. México:
Universidad de Guadalajara/Dopsa/Peac, pp. 19-40.
Jesús Leticia Mendoza Pérez
Mexicana. Doctora en ciencias sociales por la Universidad de Colima en donde se
desempeña como profesora de la Facultad de Letras y Comunicación. Líneas de
investigación: Teoría y crítica literarias e históricas. Correo electrónico: jletimen@
hotmail.com